Cuando se empezaron a adaptar
videojuegos a la gran pantalla, estas producciones despertaban tanta
expectación como producían decepción una vez vistas. Y es que de
esa década hay unos cuantos intentos tan extraños como una versión
de Supermario Bros convertido en una especie de aventura cyberpunk, y
otras más olvidadas como Doble Dragón o Wing Commander. Entonces
aún quedaba lejos Uwe Boll, pero lo de ese hombre tenía delito
porque hay que esforzarse mucho para que salgan unas películas tan
condenamente malas. Las primeras, en cambio, tenían un problema muy
distinto: había ganas, intenciones, pero quizá también el querer
ir demasiado sobre seguro o el saltarse a la torera las bases de unos
argumentos y escenarios que sus fans adoraban y conocían al dedillo.
Street Fighter es un ejemplo de lo que
pasa cuando quiere hacerse una adaptación de un videojuego con un
argumento muy escaso, cantidad de personajes, y muy pocas ganas de
hacer concesiones a lo que lo caracteriza. En los noventa, Street
Fighter II contó con muchísima popularidad y empezó a moverse
merchandising relacionado con un juego protagonizado por luchadores
de todas partes del planeta y con distintos trasfondos que competían
por...por darse de leches. Porque que recuerde, no se mencionaba
ningún premio en concreto. Pero en ese torneo Ryu era el personaje
más popular y Bison el jefe final que tenía en mente, al menos, una
organización malvada destinada a dominar el mundo. Una base que
para el guión se transformaba en un grupo de personajes dispares con
lo mismos nombres que los del videojuego, convertidos aquí en
comandos de élite, reporteros o contrabandistas, que intentan
detener los planes de Bison, un malvado señor de la guerra que
pretende dominar el mundo, crear una raza de supersoldados mediante
aún más malvados experimentos y que, para financiar sus
actividades, ha secuestrado a varios trabajadores humanitarios por
los que exige rescate. Un argumento sencillo, plagado de casi todos
los personajes del videojuego con mayor o menor peso que se parece
más a una película de acción de los ochenta o de G. I. Joe que al
videojueog original. Y que además, desplaza el protagonismo hacia
alguien mucho más adecuado para esta trama: Guile, el militar que en
el videojuego representaba a Estados Unidos.
La película es un desastre absoluto,
tanto a nivel de guión, como de secuencias de acción, e incluso de
casting. La mayoría de sus diálogos y situaciones cómicas, por no
decir los momentos que deberían ser dramáticos, llegan a producir
una vergüenza ajena que no volví a ver hasta el estreno de los
capítulos más descacharrantes de Z Nation. Se la puede considerar
también una producción basada en un juego de lucha en el que nadie
pelea. Y cuando hay escenas de acción, estas son a base de primeros
planos y disimulando el desconocimiento de un reparto que parece
haber sido escogido de forma totalmente aleatoria: si bien en la
versión doblada no se nota, el acento belga de Jean Claude van Damme
resultaba bastante improbable para interpretar a un estadounidense de
pura cepa. La encargada de poner rostro a Chun Li estaba recién
salida del drama El club de la buena estrella, a Kylie Minogue
parecieron llamarla en el último minuto y a estas alturas, si había
un indio cherokee haciendo de luchador tailandés, ¿qué más daba?
Le afeitamos la cabeza, le ponemos un parche y algo de aire le
dará...
La realización y los efectos
especiales, si resultaban normales, tirando un poco a bajos para la
época, hoy hacen mucho más evidentes la presencia de decorados,
cartón piedra y unos escenarios, especialmente en la base del
villano, donde abunda lo chillón y se nota, con cada pase que (cada
vez menos) algunas cadenas de cine deciden darle de cuando en cuando,
el atrezzo y lo apresurado del diseño.
En principio, resulta difícil salvar
algo de una película que parece un desastre absoluto, o como mucho,
de las de echarse unas risas entre amigos y refrescos. Bueno, en
realidad es una de esas películas. Pero también tiene algo que la
salva un poco de la quema a la hora de recordarla: fue la última
aparición de Raúl Juliá, quien estaba gravemente enfermo ya en el
rodaje, y que, lejos de resultar un cierre lamentable para la carrera
de un actor, esconde un motivo distinto: con las horas contadas, una
última actuación suponía un ingreso extra para su familia, en
concreto a sus hijos, a quienes les dio la opción de elegir su
último papel en el cine. Y en medio de una película mala a rabiar
aparece un actor, que presuntamente está interpretando al corpulento
jefe final de un videojuego, escuálido y convertido en todo ojos y
orejas, pero que a la vez ofrece una alocada versión de villano de
opereta, al que le sobra megalomanía por todos los lados y
responsable de una de las frases de serie B más recordadas: “para
tí, el día que Bison honró a tu aldea con su presencia, fue el más
importante de tu vida. Para mí solo fue martes”.
Una decepción entonces, con unas perdidas importantes, y en conjunto, una mala película. Pero por eso, también una divertida quizá por resultar un poco una comedia involuntaria...o quizá, una de las mejores películas malas que se han hecho en mucho tiempo. Y de esto, que aprendan los de Asylum con sus Sharknados.
Oh dios mío, no había caído en que es Raúl Juliá quien encarna a Bison!! Ni conocía lo que cuentas al final, gracias por compartirlo :).
ResponderEliminarYo eché muuuuchas horas al Street Fighter II en las consolas de mis primos y me encantaba el juego. Recuerdo que cada personaje tenía su trasfondo, más o menos currado, y cuando te pasabas el juego en el modo historia había como un pequeño final diferente para cada uno. Chun Li creo que iba a vengar la muerte de su padre...
El caso es que la película ya me pareció horrible cuando era cría, pero bien que me reía con mis primos y mi hermano. Más tarde he vuelto a verla a ratos con amigos, más risas renovadas. Es que es TAN mala pero tan cachonda xD.
Por cierto, que la actriz que interpreta a Chun Li ahora parte la pana en Agents of Shield, a sus años!!
Un abrazo
Recuerdo street Fighter, Wing Commander (que también citas) y Druidas como algo particularmente horroroso. No sé si vistas ahora, alguna de ellas al menos podría proporcionar(me) divertimento involuntariamente jocoso.
ResponderEliminarLiliana Fuchs: Aparte de Van Damme, era la cara más conocida de la película, y lo que hay detrás es una historia muy triste, pero bonita. Es un poco lo que hae entrañable a una producción desastrosa.
ResponderEliminarYo creo que en la década todos acabamos jugando al Street Fighter, y es que pocas veces un videojuego tuvo tanta proyección..La verdad es que hoy no me veo capaz ni de mover un mando para el Assassins Creed, pero entonces bien que me divertí aporreando teclas...Y qué historias, que personajes a base de tópicos, ese español vestido de torero, porque como todos sabemos, así es como vamos en España de diario XD.
Ah, y es verdad, cuando ví un par de capítulos de Agentes de SHIELD, me sorprendió mucho encontrarme a la actriz en un papel de acción.
José Luis Ambo: Druidas no la recuerdo, pero Wing Commander sí (no el videojuego) y me pareció, más que mala, una película de ciencia ficción norma, pero floja, y que hicieron lo que pudieron con pocos medios. La de Street Fighter, en cambio, es hoy pura comedia involuntaria. Bueno, y a veces un punto de vergüenza ajena.