jueves, 28 de diciembre de 2017

El día de los muertos (1985). El cierre de la trilogía…al menos, lo fue entonces


Vamos a terminar el año con zombies. Pero no con Walking Dead, ni con Z Nation, ni con esas cosas modernas, sino con los de toda la vida, los de Romero y su trilogía (o cuadrilogía, o variología de cuyas dos últimas no quiero acordarme) de los muertos vivientes, quien por desgracia le tocó ser uno de los obituarios de este año. Porque aunque hace años hubiera visto sus películas más veces de las que recuerdo, con el tiempo y la ficción que fue apareciendo posteriormente, fueron quedando en el olvido…Al menos, hasta que se anunció un remake de El día de los muertos con una pinta más que aceptable, y que seguramente acabaré viendo en cuanto esté disponible.


Pero El día de los muertos original, al menos en el 85, fue la última entrega, hasta casi dos décadas después, de los zombies concebidos por George Romero. Al igual que las dos anteriores, no había nexo de unión con la historia que se narraba, sino era por el escenario: los muertos han resucitado y un grupo de supervivientes, en este caso, militares, científicos y un escaso personal civil, intenta cumplir con su deber en lo que parecen ser varios meses después de lo sucedido en La noche de los muertos vivientes: las comunicaciones con los centros urbanos se han perdido, no parecen quedar supervivientes en el exterior y una cuadrilla de soldados bastante triste se desespera mientras los científicos, con unos métodos irrisorios, intentan conseguir algo. Que lo mismo es una cura para el virus, o lo que sea que anima a los zombies, o un sistema para domesticar a los cadáveres ambulantes. Medidas tan irrisorias que solo consiguen desesperar todavía más a los distintos grupos que conviven rodeados de muertos vivientes y por los que se teme desde el primer momento que no van a terminar bien.




En conjunto, la película parece tener todavía menos medios que las anteriores, o quizá, no saberlos explotar bien: si previamente se las arreglaban bastante bien con entornos cerrados como una casa, o un centro comercial, aquí la base militar (pese a usar localizaciones reales) tiene, al igual que los personajes que la habitan, un aire muy de atrezzo, donde entre los pasillos interminables, y las habitaciones llenas hasta arriba de cajas dan la impresión de haberse encerrado a rodar en unos almacenes. Los exteriores aparecen en muy contadas ocasiones, aunque al menos esto sirve para aprovechar el escenario cerrado a la hora de mostrar un número de zombies que para un público acostumbrado a Walking Dead resulte escaso e incluso un tanto cutre, pero detrás de los maquillajes se encuentra Tom Savini, todo un artesano en los efectos especiales y que, cuando salía su nombre en los créditos de una película fantástica, se sabía que estos iban a ser buenos. No de los más caros y vistosos, pero auténticos. Algo que también sucede aquí: los zombies que salen pueden resultar un tanto de serie B, limitándose en su mayoría a una buena capa de pintura azul, a que los extras trajeran lo que tenían por casa, y que echaran los brazos hacia delante haciendo un poco de ruido, pero no se corta ni un pelo a la hora de ofrecer tripas y casquería.

 
 
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El término “Serie B”, también es adecuado para el reparto: ninguna cara conocida, en la mayor parte del metraje cumple, y en una parte importante, grita mucho. Salvo los principales, el resto se limita a cumplir unos estándares de malvado consistentes en frases ofensivas, amenazar a los civiles con las armas e irse poniendo en fila para ser aniquilados por los zombies. Algo similar con los científicos, que ni ellos mismos tienen muy claro que hacen ahí: no hay precisamente una trama sobre el origen de los muertos vivientes o una cura para la situación, más allá de una explicación muy similar, pero también inferior, a la que se da en Zombie. En cierto modo, la idea de poder mostrar un zombie con ciertas habilidades conscientes era algo que le hacía bastante gracia a Romero, que desarrolló lo que pudo en esta entrega y que expandió después en La tierra de los muertos.

 


Por comparación con las anteriores, y viéndola de forma estricta, El día de los muertos sería en cuanto a medios una entrega un tanto floja. No tanto, si se tiene en cuenta el estilo de toda la serie y tanto las limitaciones presupuestarias, resueltas con mucho ingenio, como las ideas sobre crítica social a las que Romero le fue dando más peso en cada secuela, pero que en ningún caso supusieron un lastre para una saga que ante todo, es un básico tanto en el género de terror como en el de los zombies.

 

 

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