jueves, 16 de marzo de 2017
Worry Dolls (2016). Los muñecos de la discordia
De todos los objetos malditos que podemos encontrar en una película, los muñecos son los más socorridos. Se puede incluir no solo a una de porcelana siniestra como Annabelle (aunque su contrapartida real sea una pepona de aspecto inofensivo), sino incluso a a los hombres de ramas que anunciaban la presencia de la bruja de Blair...o también, parecido a estos, algo tan diminuto que puede caber en una caja, como las muñecas quitapenas. Unos bichitos que no recordaba desde los noventa, cuando aparecieron en broches, prendedores y adornos parecidos (era una época muy rara. Hasta unos redondeles de plástico que venían en las bolsas de patatas hacían furor) y de los que desde lueo, su ridículo tamaño e hilos de bonitos colore hacían pensar en todo salvo en horrores. Pero si un guionista hace una historia hasta con la cortina de una ducha ¿qué no va a hacer con cuatro miniaturas?
Worry Dolls comienza pocoi después de que un asesino en serie haya sido abatido por un atrublado policía, quien durante años investigó el caso. Entre las pruebas se encuentra una caja con unas pequeñas figuras hechas de palos y cuerda, que el policía olvida y poco después son encontradas por su hija. A partir de entonces, los asesinatos volverán a producirse, cometidos esta vez por personajs muy dispares e incljuso llegando a convertirse en un peligro par su hija. Solo hay un nexo en común entre esos nuevas muertes: en todas ellas aparece el símbolo que el anterior asesino dibujaba obsesivamente.
Resumiendo un poco, la película es una especie de refrito entre los planos fijos de la primera temporada de True Detective, el típicio de los objetos con poderes y las posesiones, y un guión con tan pocas ganas de esforzarse que parece sacado de un telefilme de media tarde. Los personajes son una colección de tópicos: policía obsesivo y con matrimonio fracasado, ex mujer, niña que no se entera de mucho, y una trama sobrenatural metida con calzador para justificar situaciones bastante ilógicas.
El caso más lamentable es el del protagonista, que no para de cometer fallos garrafales que sirven abiertamente para hacer avanzar la trama: esta comienza con algo tan absurdo como olvidar la prueba de un crimen en el coche y que sea recoido por una niña...vamos, a mitad de pelicula este tipo tendría que estar más que expedientado por mala praxis. TAmbién es bastante improbable qeu a una cría le hagan gracia unas muñecas bastante polvorientas y tirando a horribles, o que directamente, le parezca una buena idea hacerse un colgante con semejantes bichos. La trama sobrenatural viene introducida por un secundario, caracterizada como bruja vudú de manual, que sale de no se sabe donde y comienza a hablar sobre maldiciones y leyendas varias. En conjunto, el guión y los personajes se limitan a ir de un paso al siguiente, recitar frases trilladas en el mejor de los casos, y absurdas en el peor, y terminar en una escena post créditos de esas pensadas para ver si suena la flauta y hay secuela.
Tampoco hay mucho que aportar en cuanto a la filmación. Entre correcta y normalita, con unas cuantas secuencia muy deudoras del policiaco tirando a siniestro que siempre aseguran un poco más de interés pero que malamente salvan una producción floja. El resto se limita a escenariois comunes, bien casas, hospitales o la cabaña de la bruja, y uas cuantas subidas de volumen para asegurarse los sustos.
Lo mejor que puede decirse de Worry Dolls ha sido en realidad las circunstancias de la proyección: ha sido una de las primeras películas emitidas en la Muestra Syfy, donde además de pagar una entrada más que razonable, el pase fue todo un espectáculo: comentarios caráctiso sobre la mala cabeza de los personajes, ovaciones ei ncluso un aplauso de lo más sentido a un plano de la luna lena que no terminé de pillar, pero que al parecer es una tradición en este ciclo. Un estreno donde lo divertido no era lo que pasaba en pantalla sino el buen humor con el que el público se lo tomaba. Porque, lo que es la película, mala mente hubiera dado para una siesta.
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