Las cortinas de la ducha son uno de los
peores inventos que puede haber en un cuarto de bajo. No como las
mamparas, que al menos cumplen su objetivo honestamente, las otras
hacen justamente lo contrario. Estarán pensadas para evitar que el
agua salpique, pero parece que no tienen muy claro como llevarlo a
cabo: si se quedan fuera de la bañera, esta se va fuera. Y si se
quedan dentro, son capaces de crear la peor sensación que puede
soportar un ser humano: acabar envuelto en una especie de alga nori
semihelada y empeñada en pegarse a la anatomía del sufrido usuario.
No se si algún guionista tenía esto en mente cuando se sentó a
escribir, pero es una premisa tan peregrina como cualquier otra para
la película que resultó.
The Gateway era el título anterior de
Curtain, uno un poco más ambiguo y menos directo que el que se
eligió finalmente. Aunque este último no engañaba: es gracia una
sucesión de cortinas de ducha desaparecidas por las que la
protagonista descubre que algo sucede en su cuarto de baño. Un
portal, por llamarlo de algún modo, a través del que desaparecen
determinados objetos y que es celosamente protegido por un grupo de
personajes, que no dudan en recurrir a la violencia para silenciar a
todos los que descubren su existencia. Pese a las amenazas, y al
peligro que corre su vida y la de sus seres cercanos, ella decide,
junto a su compañero de trabajo, descubrir que es lo que sucede al
otro lado de la puerta.
La película cuenta con muy pocos
medios, gran parte de los cuales se debieron dedicar a que esta
tuviera una realización de aspecto más profesional de lo que podría
esperarse al principio. Pero esta falta de recursos también ha sido
muy bien aprovechada convirtiéndola en una ventaja: lo absurdo de la
premisa, los escenarios reducidos y anodinos y la practica ausencia
de efectos especiales se emplea en este caso para rodar de una manera
muy similar a la que se hacía en muchas series B de los ochenta.
Esto lo usan unicamente como recurso, y de manera más puntual, como
referencia, en casos tan específicos como el componer una banda
sonora a base de sintetizadores y unos efectos especiales hechos con
animaciones o maquillajes de látex que no desentonarían en un vhs
de hace treinta años. El resultado es muy curioso, y también
satisfactorio: por un lado, aprovechan todo el factor nostalgia para
poder ocultar las limitaciones de presupuesto, y por otro, estas
referencias a un tipo de cine fantástico propio de hace varias
décadas es muy sutil, solo un medio y no un fin como podía haber
sido el caso de Stranger Things. Y esos tenían más dinero a mano..
A este tipo de producciones con unas
limitaciones tan marcadas, solo les pido dos cosas: que al menos lo
compensen con la capacidad de los actores y con la calidad de la
filmación. Lo último es más bien por no estar acostumbrada al cine
independiente, y me cuesta más entrar en una historia cuando parece
haber sido filmada con una cámara doméstica. Los dos requisitos los
cumplen perfectamente: No hay grandes efectos especiales, pero la
realización resulta muy profesional. Y el reparto es más que
correcto: no hay caras conocidas, pero todos resultan creíbles,
desde el secundarios anecdótico hasta los protagonistas, e incluso
cada uno de ellos cuenta con una particularidad que los hace
llamativos: viandantes con cualquier opinión particular, unos
antagonistas que aparecen poco, pero cuyo aspecto no desentonaría en
Dunwich, y sobre todo, unos protagonistas que por su caracterización,
se ganan las simpatías del público desde el primer momento. No se
sabe mucho de los motivos por los que el personaje principal ha
abandonado su anterior trabajo, pero ese enigma, sin ser parte de una
trama, la hace mucho más cercana. Al igual que su compañero, que
con una caracterización tan corriente como el de ser mal dibujante
(aunque le apasione el hobby) o consciente de su cobardía, no se
convierte en un alivio cómico, sino en uno más, y muy entrañable,
de una historia un poco extraña.
No tengo claro si es un vórtice dimensional o el fondo de un cesto de mimbre
Este trabajo con los personajes ayuda a
compensar en parte el principal problema del guión: la historia,
superado un gancho tan estrambótico como el de una cortina de ducha,
se queda en algo muy pequeño y lleno de cabos sueltos: sectarios que
no se sabe muy bien qué es lo que veneran, galimatías sobre magia
que se quedan en poco más que dar una explicación pobre y algún
que otro intento de darle un poco de cohesión a la trama que no
funciona. Esta, con las menciones a sectas y libros de magia, se
apoya más en el conocimiento previo que tuviera el espectador de la
versión en la cultura popular de lo sobrenatural que lo que aporta
el guión, que en ese sentido es más bien poco.
Con un comienzo tan extraño como es el
mezclar vórtices dimensionales con cuartos de baño, y unos
personajes bastante particulares, Curtain acaba funcionando: es una
película menor, pero con un planteamiento de serie B muy inesperado
y divertido. Aunque, también ha sido una suerte que la idea del
guionista se fuera hacia una bañera y no a otras piezas del lavabo.
No termino de imaginarme algo titulado “La sombra sobre la
cisterna”.
Con lo del "alga nori semihelada" y "La sombra sobre la cisterna" me has matado xD. No tenía referencias de esta película, pero me la apunto. Aunque termine mirando con suspicacia a las cortinas de la ducha.
ResponderEliminarEso con una mampara nunca hubiera pasado XD.
ResponderEliminarLa verdad es que es una producción muy modesta, pero muy recomendable. Y el puntillo ochentero sin ser abiertamente nostálgico le queda muy bien.