Aunque en muchas películas de corte
postapocalíptico se intente dar un trasfondo más o menos
explicado, la trama central suele reducirse a una situación muy
parecida en todos los casos: un rupo de personas intentando
sobrevivir en un entorno hostil. La mayoría tienen tantas
similitudes que acaba siendo indiferente la causa de dicha
situación, y lo importante, en este caso, es la pericia con la que
se narre, o las características de sus personajes.
The Day optó por saltarse el paso
previo y presentar directamente a un grupo, del que se sabe que han
perdido ya a algunos miembros, que avanza sin rumbo aparente por un
pasaje desolado. Sin que se sepa qué ha sucedido, estos se limitan a
buscar provisiones, cada vez más escasas, y un lugar seguro del que
esconderse de algo que los persigue. Y que no tardará mucho en
encontrarlos. A partir de entonces su refugio, convertido en una
trampa, será el único lugar donde, con un poco de suerte, puedan
permanecer vivos. Y quizá descubrir algo desolador sobre ellos
mismos y su condición de supervivientes.
Tras haber visto como la civilización
se caía de madura por los motivos más variopintos (desde zombies
hasta virus pasando por vampiros) el desconocimiento o el obviar lo
que lo ha provocado se convierte en una premisa muy interesante a la
hora de sugerir conceptos como la fragilidad de la sociedad, sus
valores o...bueno, directamente rodar una serie b de terror, ciencia
ficción y algo de acción. En este caso han optado por lo último,
al haber pensado el guión como una narración en la que prima la
supervivencia y algo de paranoia, aunque con cierta carga moral que
empieza a plantearse en la segunda parte. El concepto de lo
diferente, de lo que hace a uno humano, y sobre todo, de la venganza
como parte de esta condición se desarrolla de forma paralela a la
aparición de los antagonistas. Que, de una manera muy ingeniosa, se
hacen esperar.
Este recurso ha sido muy efectivo: por
un lado, supone un ahorro de medios de los que no se disponían,
limitándose a filmar en espacios abiertos, y por otro supone
reducir el guión a un mínimo de sencillez, evitando tener que
devanarse los sesos inventándose un trasfondo, darle lógica o
incluso una referencia temporal. Pero también sirve para hacerlo más
interesante: las primeras secuencias, apenas sin diálogos, el
laconismo de estas, donde no se aporta información, y la atmósfera
de miedo en la que se mueven los personajes resulta enigmática y
capta enseguida la atención,aunque solo sea para poder encontrar en
alguna escena un punto de orientación sobre lo que sucede o
sucederá.
Lo básico del guión se apoya mucho en
la estética del la filmación: lo más llamativo son los colores del
metraje, que se mantienen en una escala de grises muy fríos que, o
bien pueden servir como un indicio a la historia previa (quedando a
discrección del público), o para jugar con determinadas escenas
donde esta monocromía se rompe con la aparición de algún personaje
vestido con un color más vivo.
Si la primera parte la dedican a crear
atmósfera y plantear enigmas no resueltos, es en la segunda donde la
trama toma un caríz más movido, presentando a los antagonistas que,
además de suponer una sorpresa, están muy relacionados con las
ideas que los personajes formulan previamente. La aparición de
estos, aunque muy marcada por las secuencias violentas (apenas da
tiempo de identificarlos), es muy interesante. En concreto, un
personaje que con un par de escenas desborda carísma, especialmente
comparado con los protagonistas, y del que se echa de menos una mayor
presencia.
Al haberse centrado en la concesión
la simpleza del guión, la falta de explicaciones, de diálogo, e
incluso de trasfondo no supondría ningún problema. Pero una vez
planteada la trama principal, esta empieza a acelerarse demasiado con
una secuencia final en la que optan directamente por acabar con todo
lo que se mueve, de una forma bastante apresurada, y finalizar de una
manera que, en principio quiere conservar el laconismo del principio,
pero que resulta un poco insatisfactoria.
The Day es una de esas películas que
hacen que el público se quede pensando “Jesús...horas y media
para que no quede ni el apuntador”, pero que durante ese tiempo
mantiene muy bien al atreverse a contar una historia empezada por la
mitad: salvando las distancias, podría ser una versión de La
carretera de Cormac McArthy con más tiros.
Me parece una de esas películas que sin ser una obra maestra es muy consciente de sí misma y juega muy bien sus cartas. Otras se pasan de pretenciosas o de cutres (y también son disfrutables). En ese sentido me recordó, un poquito, a The Rezort.
ResponderEliminarLa película es muy consciente de sus limitaciones, y por eso funciona muy bien se centra en contar la historia que puede permitirse. Es de esas producciones que acaba siendo una sorpresa agradable encontrarlas.
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