lunes, 10 de octubre de 2016

Phantasm Ravager (2016). La despedida del Hombre Alto.







Como muchas sagas de terror de la época, Phantasma contó con varias entregas. Pero la diferencia con el resto fue que su director siempre mantuvo cierto control sobre cada una de ellas. Freddy Krueger se convirtió en un humorista, los cenobitas se hundieron en una retahíla de secuelas a cada cual peor y las de Viernes 13 salían como churros (y sus guiones también eran uno). El hombre Alto y su principal Nemesis, Reggie Bannister, siempre fueron los mismos durante una serie que se ha alargado durante unos 37 años y de la que podría decirse que ha tenido un final propiamente dicho porque sus fans y su director lo quisieron.












En Ravager volvemos a encontrar al Hombre Alto, ahora un poco más claros sus orígenes (o no tanto, porque la coherencia no fue algo propio de esta saga), y a Reggie, quien, además de una manera de detener a esa criatura, continúa buscando a sus amigos Jody y Mike. En un escenario tan familiar para los fans de la saga, aparece algo muy extraño: el Reggie que estos conocen se ve a veces sustituido por uno muy distinto, envejecido, aquejado de demencia y al que Mike, quien lo visita regularmente en el hospital, escucha historias sobre sus enfrentamientos con su enemigo común. Un solo parpadeo puede trasladarlo subitamente a cualquiera de estos, y en cada una de las realidades obtiene distintas explicaciones a lo que sucede: la existencia de universos paralelos, de distintas esferas de espacio y tiempo, o la posibilidad de que alguien, un adversario tan poderoso como al que lleva siguiendo cuatro décadas, pueda alterar estas a su antojo.










Pese a contar siempre con Coscarelli, su primer guionista y director, Phantasma nunca se caracterizó por ser una saga coherente. Es más, el tono y estilo de cada película es de su padre y de su madre: la primera, la mejor, es una historia de terror muy extraña y pesadillesca. La segunda, la más tocada por una productora que vio ahí un filón, tira más por la acción, el terror, y una trama romántica innecesaria. La tercera cuenta con más humor y la cuarta, la que más recortes tuvo, es casi un copia y pega de secuencias anteriores y de diálogos donde nos explican el origen de su personaje principal. Los motivos de este son tan ambiguos, poco claros y cambiantes, como las reescrituras que tenga su guión en cada momento. Ravager no es una excepción, y en este caso, es tan distinta a las anteriores como estas lo eran entre si. De entrada, está planteada como un cierre que los fans solicitaron y que su director no les negó, donde intentan crear un final un poco como pueden, o como les de el presupuesto. Y cuya opción ha sido la de homenajear a unos personajes tan entrañables como Reggie, caracterizado por la valentía y la lealtad a sus amigos, además de un punto mujeriego bastante desafortunado que lo convierte un poco en una versión casera de Ash Williams. Y de Mike y Jody, ligados siempre a la presencia del Hombre alto. La trama, para ellos, es la de la despedida de tres amigos, que pese a lo torpe de su ejecución, no carece de emotividad. Pero también la del Hombre Alto, o más bien, la de Angus Scrimm, quien falleció antes de que su última película viera la luz y que ha encarnado a uno de las criaturas más amenazadoras y dignas del cine de terror.








La película está hecha por y para los fans, lo que es tanto su defecto como lo que la salva. Porque objetivamente, es una producción floja: salvo los actores principales, el resto son rematadamente torpes, recitan sus lineas sin ganas y parecen sacados de una producción de The Asylum. El ritmo es muy confuso, ni el guionista tiene claro qué quiere hacer con el mundo que ha creado, parece que a ratos se ha puesto a mezclar elementos que recuerdan un poco a Life on Mars, unas escenas propias de Matrix (donde el fondo blanco hace que los maqueados informáticos de los actores sean irreales) y los efectos especiales son de pena: las esferas, ahora digitales, no le llegan a la suela del zapato a los efectos artesanos que se usaron en 1979. El chroma se nota un montón, y hay una secuencia donde se recrea una ciudad destruída con un travelling donde la infografía de videojuego se nota a la legua. Casi puedo decir que no tengo claro si me ha gustado o no, porque esa torpeza está muy lejos de las tres primeras entregas, muy caóticas pero más que dignas a nivel de realización.








En cambio, hay algo en toda esa torpeza que ha resultado entrañable: que guste o no lo que se haya hecho con la serie, su personaje principal nunca se convirtió en un chiste. Hay en todo momento una gran simpatía por sus protagonistas, que sin ser grandes actores, dan una impresión de tristeza porque la historia se acaba. Y sobre todo, hubo muchas ganas de sacar adelante el final de una saga que aunque nunca fue muy lógica, sus fans siempre quisimos saber algo más del Hombre Alto, su ejército de esferas y el misterioso Planeta Rojo en el que vivía. Además, si alguien ha llegado a verse las cinco partes de unas serie que, pensándolo bien, es muy irregular, es porque realmente esta le ha gustado. Y en realidad, esta película es para ellos. Pero quien no conozca la serie y tema que los efectos pobres los echen para atrás, están de enhorabuena: se ha estrenado también la versión en 4k, con una calidad de imagen de las de ayudar al protagonista













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