lunes, 18 de enero de 2016

Pesadillas (2015). R. L. Stine y la reunión de monstruos



R. L. Stine fue uno de esos escritores que en los noventa vendió millones de ejemplares y que hoy es un material muy añorado (porque también hay nostalgia de los noventa, y eso da muy mal rollo. Si parece que fue ayer por la tarde cuando Nirvana estaba de gira). Igual por eso, y por el cariño que le tienen sus lectores de antaño, no parecía una mala idea el producir una película basada en los libros. Por eso, y porque el abaratamiento de los efectos especiales también haría posible que una de las cosas que caracterizaba a Pesadillas, como la aparición de todo tipo de monstruos, pudiera llevarse a cabo sin que estos parecieran en exceso marionetas, o peor, efectos especiales del canal Syfy.



Otro de los problemas  para hacer una versión en cine eran los propios libros. Porque estos no tenían un argumento ni personajes con continuidad, sino que eran novelas independientes. Por lo que una adapción literal sería imposible si no se limitaba a un libro en concreto. La solución por la que optaron, además de original, fue muy efectiva.



La película de Pesadillas, más que los libros, adapta el contenido de todos los libros y sus características: escenarios, perfil de los protagonistas, objetos, monstruos, giros inesperados e incluso al propio autor, que se convierte en uno de los protagonistas. Esto es lo que se encuentra un chico de quince años cuando se muda a una pequeña ciudad. Pese a lo aburrido del barrio, su vecina parece simpática, si no contara con un padre muy protector y huraño. Cuando, buscando a su amiga este se cuela en la casa, descubre lo que este escondía: una biblioteca formada por los manuscritos originales de pesadillas, una serie de libros infantiles escritos por quien resulta ser su vecino. El motivo que lo lleva a haberlos escondido no es otro que evitar que los monstruos que los protagonizan puedan escapar. Cuando por accidente estos escapan y los manuscritos que los guardaban  son destruidos, Stine y los amigos de su hija deben encontrar la máquina de escribir que utilizó entonces, para escribir un nuevo libro donde puedan encerrarlos una vez más.


Como adapción, ha optado  por un camino muy curioso: salir de los libros y presentar al autor  como parte de la ficción ¿Y como lo consigue?  Pues gracias a uno de los elementos de sus libros: en este caso, una máquina de escribir que convierte textos en realidad. El resto está presente como parte del argumento: una localidad pequeña donde no pasa nada fuera de lo común, el protagonista que sospecha que hay algo extraño, y por supuesto, los giros inesperados. Porque estos eran la marca de la casa, algunos más ingeniosos y otros más pillados por los pelos. Y es que  a lo largo de la trama aparece más de uno, aunque de una forma más sutil y mejor integrada que en la de algunos textos del autor.



A R. L. Stine lo interpreta Jack Black, que se excede algo menos en la comedia al tratarse de un personaje más serio que sus habituales, salvo por todas las características propias del cliché de escritor gruñón y recluso. Lo cierto es que al contar con un reparto muy joven, él es el que más defiende la película, porque el resto de presencia adulta se reduce a algo muy secundario.



Los efectos especiales son más que correctos, y a favor de ellos cuenta el mezclar de una forma muy hábil la infografía con lo tradicional: esta más que brillar, cumple, para recrear los monstruos más aparatosos, mientras que los más artesanos sirven para que los que son en apariencia simples, tengan un aspecto más real. Porque algo tan sencillo como un muñeco de ventrílocuo o unos enanos de jardín (sí, este hombre sacaba hasta monstruos lámpara si hiciera falta), funcionan mucho mejor cuando no son otra cosa que un muñeco, de movimientos torpes y aspecto de marioneta, pero real para los personajes.



A la hora de reunir todo lo que caracteriza a los libros para formar una historia, el resultado ha sido bueno: no es una gran película infantil, pero es divertida, dinámica y la reunión de monstruos variados recuerda mucho a Una pandilla alucinante. Pero  el querer acercarse demasiado a los clichés del cine juvenil hace que este  resulte muy predecible y forzado en los comienzos. Lo único que no se ha respetado es la edad de los protagonistas, que frente a niños de doce o trece años, aquí son chavales de quince con aspecto de diecisiete. Decisión que parece unicamente tomada para poder incluir la correspondiente trama romántica y una secuencia en un baile de instituto sacado de la manga y con el que desde el primer minuto, se empeñan en insistir sobre su celebración. El amigo del protagonista no pasa de ser un secundario cómico que se pega a este sin más motivo que el de aportar el elemento friki y cómplice como conocer los libros y causar por una torpeza bastante forzada, la huida de los monstruos. Pero lo peor, y precisamente relacionado con la trama romántica, es la falta de riesgo a la hora de que el guión ofrezca una sola nota triste. Nadie, especialmente el personaje cuyo trasfondo estaba pensado para tal fin, corre un verdadero riesgo. Y lo que podía quedarse como un desenlace más efectivo, resulta un truco bastante forzado para que la película cuente con un final feliz soso y para contentar a todos.

De esta versión en cine de Pesadillas puede decirse que el acomodarse a los estereotipos del cine juvenil no le ha sentado bien. La convierte, en el fondo, en una película más para jóvenes. Pero exceptuando estos detalles poco acertados, ha resultado una adapción muy original en su planteamiento, divertida gracias a todas las apariciones de los monstruos creados por Stine, que en mayor o menor medida tienen algún plano, e incluso por la del propio autor, pero el de verdad, que también tiene un pequeño cameo

3 comentarios:

  1. No sabes lo que te agradezco esta entrada, no tenía ni idea de que existía esta película. En el colegio éramos tan friquis que conseguimos que compraran la colección de Pesadillas para la biblioteca xD. La serie de televisión ya me pilló algo más mayor y me gustó menos (creo que la emitían los sábados en Antena 3).

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  2. Sí, la echaban en Antena 3 por las mañanas...yo creo que le acabé cogiendo algo de tirria a la serie de tv no por lo cutre (porque veo muchas cosas así y bien que me gustan), sino porque la política del canal era insufrible. Veinte minutos de publicidad en una serie de 18 es imposible.
    Los libros en su momento no me chistaban mucho, pero con el tiempo sí que les terminé pillando más la gracia. Son serie B auténtica. Y desde luego en tu colegio hay que reconocer que sí era un personal muy enrolado XD.
    (Como curiosidad, creo que en algunas bibliotecas escolares de Estados Unidos, las tienen prohibidas).

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  3. Lo de los anuncios de Antena 3 es digno de estudio xD.
    Los libros de Pesadillas eran la única 'droja' de ese estilo que llegaba a provincias, a mí me engancharon muchísimo. Luego, a rebufo de Pesadillas, sacaron otra colección de libros con la misma temática (no recuerdo el nombre), pero ya no era lo mismo.
    En nuestro colegio debieron pensar que mejor eso a que no leyésemos nada.

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