lunes, 4 de enero de 2016

Ash vs Evil Dead (2015). Hail to the King, Baby!


 

Después de ver el primer capítulo de la saga Evil Dead, me faltó muy poco para salir a la calle dando voces de alegría y ponerme a escribir sobre el regreso de Ash Williams y el Necronomicon. Preferí esperar a terminar la serie, en el último caso, y en el primero, por suerte, me contuve. Habría sido muy desconcertante para todo el vecindario…pero tres películas y un piloto de cuarenta minutos que superaba mis expectativas lo hubieran justificado.

 


Han pasado 23 años desde el estreno de El ejército de las tinieblas, donde el personaje de Ash se convertía en el héroe bocazas y muy de dibujo animado que sería popular y donde aparentemente, no había ningún motivo de guión para no continuar la serie. Hubo rumores y un montón de ficción derivada de esta saga en forma de videojuegos y comics, pero esa cuarta película no llegó a tener lugar. Lo que llegó en realidad fue una serie que, pese a continuar la línea argumental, se saltaba por motivos de derechos todo lo relativo a la narración para conservar únicamente a su protagonista como se caracterizó entonces. Ash, el empleado de S- Mart (ahora Value Shop) conserva de entonces su motosierra, una escopeta y un ejemplar del Necronomicon que guarda en una caravana. Porque durante las últimas dos décadas y pico se ha dedicado a mantener un puesto de trabajo que no va a ninguna parte, ligar con todo lo que tenga faldas ya demostrar que el haber sido un héroe no implica que sea inteligente, tras liberar de nuevo a los demonios al recitar unos cuantos pasajes del libro intentando impresionar a una chica. No tan en forma como en sus buenos tiempos, tendrá que abrirse paso disparando y troceando a todos los cadáveres que intentan arrebatarle el Libro de los Muertos. Pero esta vez no está solo: Pablo y Kelly, sus compañeros de trabajo, lo ayudan por distintos motivos. Y una mujer, que asegura ser la hija del arqueólogo que descubrió el libro, está convencida de que Ash es el causante de la vuelta de los demonios.

 



Cuando pasan muchos años desde la aparición de cualquier ficción, sea película, libro o cómic, una secuela tardía no suele dar buen resultado. O el original está demasiado idealizado por la nostalgia y parece inigualable, o realmente estas continuaciones no están a la altura. Y, en algunos casos, los propios autores evolucionan de forma distinta desde sus primeras obras, de modo que su forma e intereses a la hora de contar una historia va a ser muy distinta que hace treinta años. Por eso un trailer bastante prometedor no era suficiente como para que confiara en una secuela que había sido reconvertida a serie, hasta que el primer capítulo confirmó que, en muy contadas ocasiones, estas secuelas funcionan. El guión ha sabido adaptarse muy bien al hueco temporal, especialmente, en cuanto a su protagonista. El Ash que aparece aquí es realmente el personaje original, que ha seguido una evolución lógica, para la idea de la serie, durante este lapso de tiempo. El personaje como tal fue desarrollándose mucho más en otros formatos, con lo que el público tenía ya una idea de este a la que se ha respondido perfectamente: es vago y desastroso desde un punto de vista cómico, sigue conservando sus frases ingeniosas en todo momento y una actitud entre chuleta y rancia que a ratos parece un poco de héroe de los cincuenta, y a otros, se hace evidente lo absurdo de esta gracias a sus coprotagonistas. Es imposible imaginarse a otro Ash que no sea el interpretado por Bruce Campbell, quien además de seguir en forma para las secuencias más exageradas y de caricatura, demuestra sacarle mucho partido a otros aspectos cómicos del personaje, como los años que le han pasado por encima y la falta de luces que lo caracteriza.

 


La principal diferencia respecto a las anteriores secuelas es el contar con más de un personaje principal. Si en las anteriores cualquier otro parecía destinado a ser una víctima, esta es una entrega algo más coral, donde además de cotar con dos coprotagonistas, hay otros personajes regulares que aportan nuevos elementos a la trama. Resulta un poco difícil el que alguien le de pie a un personaje como es Ash, sin caer en el papel de secundario gracioso (porque en realidad, toda la serie es una comedia. Con muchas tripas y sangre, pero comedia), o en comparsa para que el público más joven siga a un héroe que pasa la cincuentena. Pero consiguen que tanto Pablo como Kelly tengan caracteres dispares, útiles para la trama, y que se ganen la simpatía por méritos propios. No pasa lo mismo con Fisher, la policía que parecía querer servir un poco de nexo entre el mundo enloquecido de Evil Dead y el real, y que al final se queda en un amago de interés romántico que no aporta mucho. El papel de Lucy Lawless, exceptuando la diversión potencial que implica tener a dos actores como ella y Bruce Campbell en una comedia gamberra, no es un aporte contínuo: sus apariciones son más esporádicas, que bien sirven de enlace también con las películas anteriores, y como posible giro de final de temporada o enigma para la siguiente.

 


En cambio, hay algo que sí han mantenido y que ha sido el mayor factor de éxito de la serie: es muy cercana al espíritu de las películas. Estas empezaron como cine de terror al uso, y muy sangriento, y fueron avanzando hacia el terreno de la comedia. El exceso de destripes, disparos y el montaje acelerado sigue ahí, igual que el estilo mucho más artesanal de los efectos especiales, que en ningún momento tienen un aspecto cutre pero sí resultan mucho más tangibles y en consonancia con la saga. Y que hacen parecer a los digitales, a los que recurren en algún momento, tremendamente anacrónicos. Algo extraño, porque no es una producción que estuviera falta de presupuesto.

 


Ha sido toda una sorpresa que la cuarta entrega de Evil Dead no fuera una película, sino una serie. También con una distribución de la duración un poco extraña pero acertada: el primer episodio de 40 minutos sirve para interesar al público que, o bien estaba esperando esta secuela, o bien tenía curiosidad por saber qué era. Y el resto, son episodios de media hora escasa más propios de las sitcoms. Que, en algunos casos, saben a muy poco, en la mayoría tienen la duración y dinamismo justo, y en algún momento aislado, parecen un poco de relleno. Algo habitual en el formato de series, porque aún contando con pocos episodios, es muy difícil que todos resulten brillantes. Pero que no decepciona tras una espera muy larga, sino al contrario: el saber que habrá una segunda temporada ha sido una gran noticia.

3 comentarios:

  1. Vi otra saga cinéfila hecha serie, "Scream", y me pareció tan mala que no probé con este regreso de Ash. Me la apunto. Que sean capítulo de media hora también ayuda.

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  2. Bueno, de Scream no pude ni con sus películas por recurrir a los chistes referenciales a un subgénero que no me gusta nada, como es el slasher.
    El caso de Ash Vs. Evil Dead es muy distinto. Te recomendaría verte al menos Terroríficamente muertos, el título en castellano de la segunda parte, al ser el que condensa toda la historia (también es cierto que tiene que gustarte mucho una forma de humor basada en la violencia cartoon y tripas, tripas por todas partes), y como secundaria, El ejército de las tinieblas, porque es donde terminan de desarrollar a Ash como personaje y porque...¡demonios, están muy bien!
    De todas formas, esta temporada, de lo más recomendable. Mezcla de terror y comedia, pero nada que ver con Scream.

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  3. La primera que vi Evil Dead fue la de El ejército de las tinieblas. Hasta muchos años después no descubrí que formaba parte de una trilogía. Aún hoy me sigue pareciendo la más divertida. Me apunto la serie, a ver qué tal...

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