lunes, 28 de diciembre de 2015

Lecturas de la semana. Corto y variado



De vez en cuando no viene mal algún libro para una tarde. De los de risa, de misterio, o de relatos cortos. Pero de esos que es abrir, empezarlos, pasar una página tras otra y llegar a la última antes de darse cuenta.



José Manuel Frías. Canción de cuna. Con el subtítulo "15 relatos estremecedores" y una portada que, entre el fotomontaje de los muñecos e inquietantes niños de ojos negros, tiene todo los elementos inquietantes propios de la última década, el libro da lo que promete:  cuentos cortos en los que el terror está presente de un modo u otro.

Este, en lo sobrenatural, el suspense o el humor negro, recurre a elementos clásicos, como los espectros, las venganzas fantasmales e incluso algún que otro guiño a Edgar Allan Poe, pero planteado en escenarios cotidianos que en las circunstancias adecuadas pueden servir para una historia de terror. Una fotografía, un hospital, el miembro de una secta que aborda incansablemente a los paseantes o el monstruo que se oculta bajo la apariencia de un ciudadano cualquiera, sirven  de base a una antología que no llega a ser el mejor libro que haya leído en todo el año, pero que en conjunto me ha entretenido mucho.



Jeff Kinney. Vieja escuela (Diario de Greg 10). Empecé con los libros de Greg por el tomo 8. Me pareció una historieta, con su mezcla entre dibujos y texto breve, muy divertida. Leí después los dos primeros por orden, pareciéndome todavía más graciosos. Y ahí terminé hasta  que ví la portada de la última entrega, donde su protagonista aparecía con expresión de disgusto intentando arreglárselas con un radiocasete y otros aparatos que a este podrían parecerle prehistóricos, y me sirvió para empezar un tomo más. Sigue siendo una serie divertida, pero la impresión general es que el personaje está muy agotado. Excepto el seguir escribiendo en primera persona, ya no utiliza el formato de diario con fechas, algo a lo que renunció el autor desde que decidió que el personaje principal no va a abandonar la escuela media, sino a quedarse en esa etapa fija hasta que cierre la colección, como muchos otros personajes de la literatura juvenil seriada.

En este libro no faltan los momentos cómicos, gracias a todo tipo de ocurrencias por parte de la familia y profesorado de Greg, quien describe su día a día de una manera en la que se ve lo absurdo de las situaciones pero también lo quejica de su forma de ser. Pero también tiene momentos en ls que demuestra que no hay más a donde ir. Recursos tan irreales como el presentar a la mascota de la familia, un cerdito capaz de caminar sobre sus dos patas, y que va por la casa familiar adelante con pantalones. Será gracioso, pero pocas cosas demuestran el agotamiento de una comedia como el echar mano de un animal con comportamiento humano en una situación en la que este no tendría cabida. El resto se compone de situaciones independientes, unidas por algún elemento de continuidad: la iniciativa para mantener la ciudad durante una semana libre de tecnología digital sirve para dar paso a una anécdota durante la limpieza del parque local, y de ahí, a la semana que Greg y su colegio pasan de excursión en una granja. Con una estructura y situaciones que intentan buscar la comedia ante todo, y teniendo muy presentes las alarmas bastante evidentes sobre el agotamiento del personaje, el libro dio justo para una tarde y pasar el rato, que era de lo que se trataba.

2 comentarios:

  1. Me apunto el de 'Canción de cuna'. Los libros de relatos me sirven para simultanear lecturas. Entre capítulo y capítulo de una novela, meto un relato xD De 'Diario de Greg' leí el primer tomo. Me gustó pero no tanto como para seguir.

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  2. Tuve una temporada en la que apenas leía un antología sino era de un autor concreto. En cambio, este verano recuperé unas cuantas de la colección de terror de Martínez Roca, entre novela y novela también XD.
    El diario de Greg, al principio, engancha mucho: más que un libro, es un comic y todo el mundo de la primaria está muy bien contado. Al tercer libro ya se va estancando y se queda en colección de gags aislados.

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