Bruce Campbell se ha convertido en un personaje. O al menos,
en parte: además de sus trabajos en tv más serios, está su imagen ficticia. Una
imagen muy ligada al personaje de Ash en Evil dead, el héroe un tanto torpe, no
muy espabilado, pero asombrosamente bocazas y capaz de acabar con un ejército
de zombies gracias a una motosierra y una frase ingeniosa. Papel que, tanto por
el carisma del personaje como los rasgos del propio actor, entre el tupé y su
famosa barbilla (que recuerda un montón a las ilustraciones de los héroes
pulp), no duda en explotar en otras películas de corte más cómico o paródico. Donde
lo mismo es capaz de interpretar a un Elvis Presley anciano enfrentándose a una
momia en Bubba Ho Tep y que semejante invento funcione, a directamente,
interpretarse a si mismo y salvar a un pueblo de los monstruos como hizo tantas
veces en el cine.
En My Name is Bruce, Campbell interpreta a Bruce
Campbell…pero uno muy distinto del Ash que le dio fama: vive en una caravana y
sus trabajos consisten en películas de
serie Z. Cuando un chico aficionado al cine de terror le pide que libere a su
pueblo de un espectro, este acepta creyendo que se trata de otra película de
segunda. Pero esta vez los cementerios, las maldiciones y los fantasmones sí
son reales, aunque para desgracia de Bruce, el héroe Ash es solo un personaje.
Lo primero que salta a la vista es que es una película
unicamente para los fans de Ash y Bruce Campbell: todos los chistes giran en torno
a sus personaje, el creado para la historia, y sobre el cine de serie B y Z.
Encima, él es también director y productor, con lo que el título le va bastante
mejor que el Posesión Demencial que tradujeron para España.
Esto hace que el guión, en realidad, sea un conjunto de
chistes hilados, de una forma bastante fluida, pero chistes sueltos a fin de
cuentas: no es una parodia del cine de terror en general, ni de una saga
concreta, sino sobre los fans, aunque de una forma un poco absurda, y sobre todo,
de las capacidades de su protagonista para poner muecas y hacer gags muy
gestuales. El referente más cercano sería el de Army of Darkness, la tercera de
Posesión infernal que se reconoce al momento en secuencias como las del
protagonista saliendo por piernas al mayor peligro para después volver y
cumplir como héroe. Y especialmente, por la cantidad de diálogos que citan a la
mínima oportunidad. El resto del guión tiene muy poco contenido, porque todo lo
relativo a la narración, o a que tenga un poco de coherencia, ha quedado algo
olvidado a favor del componente cómico. Aunque el comienzo es bastante bueno,
con un número musical sacado de la manga que ya hace pensar que la película no
es otra cosa que una broma para los fans, el desenlace queda bastante confuso.
Y eso es un fallo bastante grande en una producción con tan pocas pretensiones:
a última hora se marcan dos giros repentinos de los que no se sabe si querían
ser un guiño referencial, o si directamente, no sabían como terminar la
película y el chascarrillo.
En cambio, otros aspectos están bastante más cuidados: uno
de los más visibles es todo el atrezzo y el vestuario de los personajes, que se
reconoce enseguida como los detalles típicos de las películas de bajo
presupuesto. El aspecto del pueblo y el cementerio, con esa pinta de decorado
de exteriores (bueno, seguramente ayudó que el presupuesto fueran cuatro
perras) y el monstruo que sirve de punto de partida es practicamente un tío con
una careta, que se limita a salir muy de cuando en cuando entre diálogos de
otros secundarios. Y sobre todo, los vestuarios de los extras, donde todo
parece bastante pasado de moda y muy
parecido a la ropa que podrían llevar los actores de una película de finales de
los ochenta o principios de los noventa. Aunque, esta vez, el papel de
adolescente realmente lo interpreta alguien de no más de 16 años, en lugar de
un tipo de 21 con camiseta de Evil Dead.
Pese a apoyarse principalmente en las secuencias cómicas,
estas son un poco irregulares. No llega a ser una comedia buena dentro de lo
friki, pero sin duda es mejor que cualquier cosa que saquen los hermanos
Wayans. Durante la primera parte se basa en todos los gags posibles sobre la
idea de un actor venido a menos: las películas de tercera, los fanboys, los
delirios de grandeza del protagonista, todo muy exagerado y sin faltar ni una
de estas situaciones. La comedia de tortazos está bastante presente, cosa que
también era muy propia de Army of Darkness, pero situaciones de humor absurdo,
como los cantantes del principio y el intermedio, o detalles como el que el
monstruo sea el Dios de la Guerra y Protector del Tofu. Gran parte de estos
gags cuentan con la aparición de Ted Raimi, que aquí se harta de hacer cameos
de todo tipo: de manager, de pintor italiano porque sí, de chino y hasta de
director de cine. Cosa que en realidad, no tienen sentido, pero en el fondo,
tienen gracia, aunque sea de un modo un poco tonto. Como la mayor parte de la
película.
My Name is Bruce es en realidad, una broma. Un guiño a los
seguidores de Posesión Infernal y la personalidad exagerada de su protagonista,
pero que en realidad se queda un poco en un chascarrillo puntual, algo para ir
haciendo boca de cara al estreno de Ash vs. The Evil Dead. Aunque, gracias a un
diálogo puntual, aciertan de pleno en una cosa: Bubba Ho Tep es una película
mucho mejor.
Por mucho que adore a Bruce Campbell y su estilo, esta película no pasó el corte.
ResponderEliminarA mí me parece que si entonces era una película rodada muy de broma, hoy no pasa el corte: se han hecho guiones con chistes referenciales mucho mejores, y esta descansa mucho en Bruce Campbell y Ash como personaje.
ResponderEliminarDe momento tengo todas mis esperanzas puestas en Evil Dead...espero que no me decepcionen o se me cae un mito.