Desde la segunda parte de Gru, mi villano favorito, empezaba
a verse que quienes llevaban la voz cantante: los minions, sus diminutos
sicarios de color amarillo, peto azul e idioma inventado, ocuparon
practicamente todo un guión donde se veía que era en sus sketchs donde habían
puesto mucha más atención que al resto. Estos, cada uno con sus nombres y la
imposibilidad de saber quien es quien, su humor a ratos absurdo, a ratos de
dibujo animado, podían tener potencial para protagonizar algún corto o incluso
una serie de televisión de aventuras breves. Darles una película para ellos
solos parecía algo arriesgado, y más sin probarlos en un formato más duradero
como hicieron antes con los Pingüinos de Madagascar…pero tras unos cuantos
cortos de animación, decidieron presentarlos como protagonistas en un
largometraje.
La película de los minions sería una precuela de Gru, donde
se prescinde de casi todos los personajes de esta porque, en principio, todavía
no han nacido. Esta se dedica exclusivamente a los Minions, quienes sigue sin
quedar muy claro lo que son, pero cuya búsqueda a lo largo de la evolución
consiste en encontrar un jefe, a ser posible malvado y terrible, al que servir
ciegamente (minion, en inglés, significa literalmente compinche o secuaz), y sin el cual, su especie ya no tendría
sentido. Cuando estos corren el riesgo de extinguirse, uno de ellos, Kevin,
decide salir en busca de un jefe con el que salvar a su tribu. Junto a sus
compañeros Stuart y Bob consiguen encontrar a la jefa perfecta: Scarlet
Overkill, la supervillana de más éxito en los años sesenta.
El mayor acierto de la película es contar con un guión muy
simple, tanto como sus personajes principales, pero gracias a esto, muy bien
llevado. Este cuenta con el hilo conductor a partir del cual se van hilando los
gags que protagonizan los minions en distintas situaciones. Además es lo
bastante dinámico para que cada uno forme parte de una situación en la historia,
sin que parezca que la película va a golpe de chistes separados. Y que los
relativos a sus protagonistas van muy bien dosificados y combinados con los de
los secundarios: estos se basan principalmente en el universo de Gru, donde ser
supervillano es una actividad reconocida, los inventos estrafalarios están a la
orden del día y donde actividades criminales como atracar un banco es algo que
se puede llevar a cabo en una familia. Precisamente este cruce entre lo
cotidiano y lo fantástico es también una fuente de comicidad recurrida en la
película: lo mismo un padre consuela a su hija por haber cometido un error en
un robo, que estos acuden a una convención de malvados como quien va a una
feria de cualquier sector económico…aunque seguramente Fitur no es tan
divertida como la VillainCon.
El que el guión sea simple no implica que vaya a ser una película
floja, o demasiado tontorrona. Bueno, complicada no es, que a fin de cuentas,
es una comedia. Pero además de los detalles anteriores incluye también otros
que son una buena sorpresa. Para empezar, es una historia sobre buscar un
malvado…donde en realidad, no hay malvados. No solo se plantea más como una
profesión que como algo ético, sino que la antagonista principal en ningún
momento es enteramente mala, sino una persona bastante rencorosa. Quizá esto último,
aunque interesante en un principio, es lo que más flojee: se esforzaron
bastante en caracterizarla (a su pareja, en cambio, no tanto), pero el último
giro se nota que está destinado a poder contar con un verdadero enemigo y con un
enfrentamiento final con acción y movimiento, típico del cine de animación
reciente, y no tanto a ser un matiz del personaje. Además, durante todo el
tiempo juegan con lo de ser una precuela para despistar al espectador: frente
al diseño redondeado de los minions, el de casi todos los personajes es más
espigado, y sobre todo, recurren en su gran mayoría a dotarlos de unas narices
puntiagudas que eran el rasgo característico de Gru, por lo que más de uno
acaba preguntándose si, entre el año y el aspecto de estos, no será alguno de
ellos el padre del villano en cuestión. Porque este, salir, sí sale, pero el
donde y el cuando es un guiño que la película tiene bien guardado.
Lo más importante es que han conseguido que los minions
funcionen por su cuenta. Otro gran acierto fue limitar el protagonismo a tres
de ellos, con rasgos y carácter distintos, donde la forma de ser de cada uno
aporta algo en cada momento. Las apariciones en piña de estos, a diferencia de
los cortos, se quedan para momentos puntuales, en concreto, en el prólogo y el
desenlace, por lo que el mantener el interés de los personajes sin que lleguen
a aburrir es mucho más sencillo. Y uno de los detalles más divertidos de estos,
además de los gags visuales, es su idioma: este no se limita a un galimatías
con alguna palabra en inglés, sino que es un galimatías…de cuatro o cinco
idiomas. Si se presta atención, se pueden oír frases muy básicas en inglés,
español, italiano, francés, e incluso en alemán.
Los minions es una película simple. Y en cierto modo, tampoco
inventan nada nuevo: ese aspecto uniforme, la dificultad para distinguirlos, y
el humor particular hace pensar un poco en una versión moderna de los Pitufos,
pero adaptada a un humor más visual. Pero, dentro de lo simple, han conseguido
dos cosas: que como comedia de animación funcione perfectamente, y que unos
secundarios tan pensados para gags puntuales funcionen perfectamente en una película
propia. Ahora, después del éxito, quizá sería un buen momento para darles un
descanso. Porque, como todas las cosas que funcionan bien en el la animación,
no deberían explotarse durante demasiado tiempo, o acaban cansando al más
pintado.
La villana me recuerda tanto a la mamá de Malcolm in the Middle :P
ResponderEliminarEs verdad, cuando le da el siroco al personaje se le parece un montón XD.
ResponderEliminarComparto en general todo lo que dices. Es la clásica película que funciona por simpatía y porque sus autores no intentan deslumbrar con un exceso de pretensiones inventivas, gráficas o espectaculares. Las estrellas son los Minions y se les deja campo abierto: se bastan ellos solos. Es verdad que se alarga demasiado y que quizá la parte final recurre mucho a un final de enfrentamiento con villanos propio de blockbuster, pero bueno. Por cierto, ¿cuánto habrá pagado la casa real británica por el buen tratamiento a la reina, jaja?
ResponderEliminarEs verdad, aquí los guionistas sabían que la clave estaba en los Minions, pero que había usarlos sin agotar demasiado al público, y que en el fondo, era imposible llevar a cabo un guión que se tomara demasiado en serio. Del final, creo que es casi imposible que a día de hoy una película de entretenimiento sea capaz de separarse de esa estructura tan marcada por los blockbusters, por lo que ya no suelo exigirles tanto a este tipo de cine.
ResponderEliminarY sí, creo que el presupuesto de este año para el departamento de Relaciones Públicas de la casa Real británica se lo han fundido para que la reina tuviera un buen papel (aunque la dentadura no se la saltaron, no)