Los apuntes no utilizados por un escritor son demasiado
tentadores como para no emplearlos. Especialmente, cuando su obra quedó
incompleta y el recurrir a sus notas es una opción. Pero también puede ser una
forma de sacar dinero gracias a su éxito. Y es que no es raro que acaben
apareciendo manuscritos con todo lo necesario para sacar un libro: pasó con el
Millenium de Stieg Larsson (aunque ahora nadie se acuerde del boom que fue), al
igual que el último volumen de La rueda del tiempo, y en el caso de Tolkien,
solo deben quedar ya por publicar sus listas de la compra.
Sin embargo, Gormenghast se había mantenido hasta ahora al
margen, quizá por ser una saga mucho menos conocida que las anteriores, y por
lo personal de su narración y su estilo. Pero la intención original de Mervyn
Peake había sido escribir al menos cinco volúmenes, que se quedaron, a causa
del Parkinson de su autor, en una trilogía. Pero fue precisamente su forma de
narrar lo que hizo que el desenlace de Titus Solo pudiera ser abierto, incluso
onírico, pero sin llegar a resultar algo incompleto.
De los dos siguientes solo llegó a escribirse un capítulo y
unas cuantas palabras sueltas, que la mujer del autor empleó para completar una
posible cuarta novela. Esta, mucho más breve que la anterior, continúa el viaje
de Titus Groan, ahora convertido en un personaje en busca de libertad e incapaz
de atarse demasiado tiempo a un solo lugar o a una sola persona o grupo. Este
lo llevará por diversos escenarios, tan distintos y separados entre sí que
apenas tienen un nexo de unión que no sea el propio protagonista. Una cabaña y
una comunidad de leñadores, planicies, una familia, un grupo de soldados, una
isla y sus habitantes, muy similares a cualquier pueblo de Inglaterra, e
incluso una clínica, son parte del mundo que Titus recorre.
La principal particularidad de Titus Awakes la explican en
un prólogo donde exponen qué sucedió con este manuscrito y sobre todo, cual
parece ser su intención. Es su mujer quien terminó la historia de Titus en ese
cuaderno, que a la vez estuvo perdido hasta que sus herederos lo encontraron
hace unos años. Y este, más que una continuación, es una traslación de la vida
de Peake y su familia a la ficción, retomando escenarios tales como la isla
donde vivió durante varios años, o las referencias a la guerra, donde el
protagonista va identificándose cada vez más con la figura del autor que lo ideó.
Posiblemente es este el principal problema de la historia:
no se trata de la novela perdida de Gormenghast, sino una pieza escrita por un
familiar, que, si se considera cierto lo que se expone en el prólogo, no
pretendía continuar una narración sino ser la forma de expresarse de un
allegado. De hecho, Maeve Gilmore era pintora y se nota, porque el
planteamiento de los escenarios es muy similar a los de un cuadro: son
secuencias completamente distintas unas de otras, separadas por cada capítulo,
y que si bien pertenecen a la misma etapa, poco tienen que ver unas y otras. Además,
su visión resulta muy personal, y sabiendo un par de detalles, es imposible no
sospechar que el personaje de la pintora y sus gatos (uno de esos capítulos
donde la novela ganó puntos a velocidad de vértigo. Por motivos evidentes) no
sería una versión de si misma, y si esa fijación en hacer que el protagonista
repita una y otra vez que busca la libertad y no atarse, algún tema personal, o
quizá una forma de tratar con la muerte prematura de su marido.
En todo caso, esa última parte es la menos conseguida: a
menudo se interpreta el personaje de Titus Groan como la búsqueda de libertad
del hombre al margen de las convenciones, pero el exceso de salto de
escenarios, y esa insistencia con la que el personaje lo dice en todos los capítulos
hace que resulte bastante afectado, y que pierda toda la simpatía que los
lectores podían haberle tenido, para convertirse en un tipo bastante
intragable.
La desolación y la extrañeza del mundo exterior que Mervyn
Peake había planteado en Titus Solo queda muy lejos. Al igual que todo el
absurdo con el que describía el castillo de Gormenghast, y aquí es inútil
buscar todo lo extraño de las habitaciones y personajes del palacio, que
recordaba sin ser obvio al mundo de la aristocracia, ni lo grotesco de un país
lleno de maquinarias, donde se hablaba de una guerra y de sus víctimas. La sensación
que produce Titus Awakes, con su la identificación de su protagonista, y la
insistencia en mencionar a secundarios de los dos primeros libros, es el de un
fanfic. Un fanfic escrito como una muestra de afecto por una persona cercana a
Peake y que todos los seguidores de Gormenghast acabaremos leyendo, pero que
precisamente por ese carácter tan personal, también nos planteamos si ese manuscrito
no debería haber seguido guardado.
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