Hasta hace muy poco tiempo, la obra de Lovecraft no había
tenido suerte con el cine, quedándose casi siempre en el terreno de la serie B
cutre. Y aún a día de hoy las versiones más libres respecto al argumento son
las más fieles a las ideas originales. Pero fue en los noventa cuando a John
Carpenter se le ocurrió lo inesperado: una película sobre las obras de H. P. L.
Sobre sus obras pero sin mencionar ninguna en concreto. Ya lo había conseguido
con su versión de La cosa, mucho más similar a los horrores lovecraftianos que
a la película que remakeaba, y unos años después daba un paso adelante
adaptando, a través de analogías, el mundo completo del autor.
In the Mouth of Madness es toda una referencia al título de
la novela más conocida de H. P. L. (y que a este paso, nunca veremos en cine).
Pero la referencia En las montañas de la locura no se queda ahí, sino que es
también el nombre del último libro de Sutter Cane, un escritor de novelas de
terror que mueve a millones de lectores. Este ha desaparecido justo antes de
que su nuevo libro sea publicado. John Trent, un detective de seguros, es
contratado para encontrarlo. Aunque él cree que todo es una herramienta
publicitaria de cara al lanzamiento, un viaje acompañado por su agente los
llevará a Hobb´s End, un pueblo cuyo nombre coincide con el imaginado con el
autor. Pero que, más allá de la casualidad, en este suceden las mismas cosas
extrañas que su equivalente ficticio. A partir de entonces, la realidad que
conocía el detective se irá transformando en una pesadilla donde un libro es
capaz de desencadenar el fin del mundo.
Las referencias a H. P. L. son bastante evidentes…bueno,
evidentes si conoces al autor. Porque ví la película unos años antes de leer El
horror de Dunwich y aunque sabía que hablaban de alguien en concreto, no sabía
quien, llegando a sospechar de Stephen King también. Aunque tampoco iba
desencaminada. Entonces me había parecido una película inquietante, que lo era:
ya en su primera mitad empieza a introducir el componente sobrenatural de una
forma muy directa, ante la perspectiva de un detective acostumbrado a descubrir
engaños. Lo cierto es que la caracterización previa de este es muy concisa,
apenas con unas secuencias para presentar sus casos previos, dar información sobre
la premisa de la historia, y enviarlo a pasarlo mal. Algo que además de
agradecer, recuerda bastante al cine negro clásico, donde las secuencias
dedicadas a la presentación de personajes y ambientación se economizaban mucho.
Toda la trama sobrenatural se plantea de una forma muy
directa: no escatima en la aparición de monstruos, además de contar con unos
Primigenios creados de la forma más artesanal posible: marionetas y plástico de
toda la vida, acompañados de planos cortos para que funcione, cosa que hace a
la perfección. Hoy es muy fácil plantar a un Cthulhu en la pantalla, pero
conseguir sacar en el 95 a
una criatura lovecraftiana en una producción de presupuesto limitado, era todo
un logro. Pero esta, además de contar con elementos terroríficos bastante típicos,
empleados en realidad para caracterizar las intenciones del personaje de Cane,
aparece entrelazada con una más sutil, de terror más psicológico: la segunda
mitad de esta se basa en las percepciones de su protagonista y su conocimiento
de lo sobrenatural, para avanzar hacia una situación mucho más retorcida,
llegando a jugar con el espectador y plantear un desenlace muy paranoico
incluso sobre la propia película que este está viendo.
Un primigenio noventero
Esta oposición entre dos tipos de terror a la hora de
plantear la historia también tiene su importancia: Lovecraft no es el único al que
se reconoce, porque en realidad toda la trama sobre el libro, las historias de
terror, y el interés de los lectores, es una referencia al mundo de los best
sellers y la pasión que despiertan en el público. En escenas como las colas de
gente esperando para comprar En la boca del miedo es imposible no acordarse de
la época en la que Stephen King era practicamente el único escritor de terror
conocido y leído por todo el mundo, y donde cada nueva novela suya era un acontecimiento.
Incluso el tipo de terror que dan a entender que Sutter Cane escribe es
bastante acertado: pueblos donde suceden cosas horribles, monstruos, y por lo
que dicen, bastante casquería y poca calidad. Algo que también sirve para darle
un buen repaso a lo que por desgracia, era el género de terror mayoritario en
aquella década. Y que, entre que lo que más vendía eran King, Dean Koontz y
Anne Rice, no se puede decir que eche de menos la literatura de los noventa, no.
Es imposible salir en algo de los Mitos de Cthulhu y no acabar en el manicomio
Los actores que interpretan a los personajes principales son caras bastante conocidas. Sam Neill es el detective protagonista, y Jürgen Prochnow el escritor. Ambos, con carreras bastante variadas donde alternaban algún que otro éxito en taquilla con películas más pequeñas, resultan una elección muy adecuada para los papeles, aunque Neill empieza muy bien como detective de vuelta de todo, y durante una parte, resulta difícil creérmelo del todo mientras se asusta al encontrar un horror tras otro, por suerte hacia el desenlace recupera el punto de personaje.
Una de las mejores películas de John Carpenter, que además hizo cuando ya parecía que estaba en caída libre. Luego encadenó "2013: rescate en L.A." y sobre todo "Vampiros", su obra maestra. Además de que la historia no decae nunca y acaba de modo magnífico, lo mejor de "En la boca del miedo" está, en efecto, en esa forma de evocar dos terrores muy distintos, el de Lovecraft (en concreto, yo creo que se basa en "La sombra de Innsmouth", que luego en España se adaptó en la película "Dagón, la secta del mar") y el de Stephen King... en la época en que, nunca mejor dicho, era el rey de las ventas y el símbolo de un terror de best-seller cada vez más degradado.
ResponderEliminarEfectivamente, es una historia que mantiene el ritmo en todo momento, y que equilibra perfectamente la figura del terror cósmico (cuando era una rareza relativa) y la del escritor de best sellers. Más que una adopción concreta, siempre la ví como una versión del mundo de Lovecraft y la figura en la que él se convertiría con el tiempo...Y de lo más recomendable que el terror dio durante los noventa.
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