lunes, 15 de septiembre de 2014

Lecturas de la semana. Homenajes y pastiches


Muchos personajes superan a sus autores para convertirse en algo donde todos acaban aportando su grano de arena. H. P. Lovecraft dio lugar a todo tipo de relatos donde se reutilizaban sus Mitos de Cthulhu. Sherlock Holmes continuó resolviendo todo tipo de casos (y en más de una ocasión, enfrentándose a los Primigenios de Lovecraft). Otros, como Conan, se convirtieron en una licencia exclusiva, donde los autores correspondientes publicaban sus novelas como si de una franquicia se tratara. Y hay casos todavía más raros, donde lo que se homenajea directamente es a la forma de escribir de un autor que, sin haber creado ningún personaje o mundo en concreto, sí goza de la suficiente admiración como para que se escriba algo a su manera. 



Robert. E. Howard. Conan el vagabundo . Lo de incluir a Howard como autor exclusivo en este tomo de aventuras del bárbaro es muy relativo, porque tecnicamente solo se encargó de dos relatos. Los otros dos son respectivamente, uno escrito por Lin Carter y Sprague de Camp, y una novela corta, que sin tener nada que ver con Conan, fue reescriba por este último para seguir teniendo material sobre el cimmerio más famoso.
En este caso, continúa la saga del protagonista a partir de varios relatos independientes los unos de otros, donde es abandonado por su banda de mercenarios, se encuentra a su suerte en una ciudad perdida, y se encuentra con alguna criatura prehumana a la que suele finiquitar a base de espadazos.

En general son bastante entretenidos, sobre todo si se lee uno de sus libros de cuando en cuando, pero se nota muchísimo la diferencia entre los primeros pastiches y los relatos originales de Howard. Este no era un gran escritor, y lo limitado de sus recursos y descripciones lo demuestran. Pero su forma de escribir era mucho más fresca y libre de prejuicios que las novelas posteriores. Una de las principales ventajas de su protagonista, era su picaresca, su mala baba, y especialmente, lo políticamente incorrecto que resultaban muchas de sus acciones. Este quedaba muy lejos del otros héroes moralmente intachables, cosa que sus editores con el tiempo fueron encargándose de limar algunos de sus aspectos más escabrosos para convertirlo en un protagonista más al uso y adecuado a los tiempos. 


Tal vez en el futuro, o en un universo paralelo, harán una antología homenaje sobre Renaissance. Y meterán fotos de gaticos antes de cada texto


Joseph S. Pulver (editor). Grimscribe´s Puppets. Lo último que me hubiera imaginado era que a nadie se le ocurriera hacer una antología homenajeando a Thomas Ligotti, un escritor muy poco conocido y que se da muy poco al tema del fandom. Además, exceptuando elementos que son muy comunes a sus relatos, estos no tienen ningún nexo de unión como para que alguien quiera escribir algo tomando como referencia sus recursos y estilística. Pero lo cierto es que Ligotti mantiene cierto estatus de autor de culto y se le considera uno de los mejores escritores de terror del siglo. Además, determinadas situaciones si son claramente reconocibles y utilizables a modo de homenaje o referencia: su obsesión con la soledad, el sinsentido, las marionetas y las ciudades en decadencia aparecen, como elemento principal o a modo de guiño, en muchos de los relatos de la antología.

La calidad de estos es variable: los hay que utilizan algunos de estos recursos para escribir un texto “a la manera de”, y otros que optan por utilizar algún personaje que apareció en un relato de Ligotti para escribir una especie de continuación o spin off. Otros, se van a detalles muy puntuales, como la forma en que fueron escritos un par de cuentos que aparecieron en las primeras antologías del autor. Y alguno, por suerte solo uno o dos, poco tiene que ver con lo que pretendían en Grimscribe´s Puppets y se queda en una recopilación de situaciones sin mucho sentido. No es que este autor sea famoso por la coherencia de sus relatos, pero para poder escribir algo de este estilo, también hay que ser muy hábil. Y en general, este libro se queda en eso, un homenaje que se acaba leyendo por sonar un nombre tan poco conocido como Thomas Ligotti, pero del que solo me quedaría con algo más de la mitad de relatos. 

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