jueves, 24 de abril de 2014

Wasting Away/Zombie Town (2007). Mis amigos son unos zombies. Y no se han dado cuenta.


Zombies he visto en muchas películas, algunas bastante malas. En plena epidemia, en el futuro, en la Guerra de Secesión  y hasta en plena comedia romántica. Pero lo que nunca llegó a interesarme fue ese género en el que la historia se cuenta desde el punto de vista de los propios muertos vivientes. Puede ser interesante desde el punto de vista dramático y de dobles lecturas, como pude comprobar en el comic Pariah. O en el peor de los casos, una cosa tan aburrida y pretenciosa como la cinta de Dead Creatures. En cambio, no conocía ninguna comedia que aprovechara esta situación para darle una vuelta de tuerca al género.


En Wasting Away, la epidemia zombie empieza como cualquier otra: un experimento fallido para crear supersoldados hace que estos, en vez de rana, les salgan zombies. Pero un vertido de esta sustancia se mezcla accidentalmente con las bebidas que sirven unos chicos en un bar. Un poco después, estos empiezan a notar que la gente que les rodea se comporta de forma extraña: se mueve y habla a una velocidad vertiginosa, y los que no huyen al verlos, intentan matarlos. Un soldado les informa de lo que ha pasado, y que por algún motivo, ellos se han inmunizado a la epidemia. Claramente, hay gente afectada por el vertido, pero todavía no está muy claro. Aunque el que a ellos se les caigan los miembros según caminan, tal vez sea una pista.



Lejos de otros intentos más serios, la intención de la película es la de ser una comedia, sin más. El humor queda muy lejos de la comedia negra y más cercano al de la parodia del género, contando con todos los elementos que hoy son clásicos del género: experimentos fallidos, militares recorriendo las calles y supervivientes intentando librarse de los zombies. La diferencia es que todo esto se ve desde el punto de vista de estos últimos, que además de el no saber lo que está pasando, no son especialmente brillantes. En algunos casos, el humor es bastante grueso, y determinados protagonistas a los que han caracterizado como excesivamente cándidos, no ayudan. Hacen que las situaciones cómicas queden muy poco pulidas, o que se note que están ahí para promover una secuencia absurda. En cambio, es el protagonista militar, o que al menos se esfuerza en serlo, el más divertido de la película: no solo provoca que los personajes estén cada vez más confundidos con su situación, sino que protagoniza escenas realmente delirantes como disfrazarse de camarero mexicano en un restaurante, o sacar explicaciones de lo más peregrinas para las situaciones más obvias.



La filmación también es un homenaje al cine de zombies, desde La noche de los muertos vivientes a El regreso de los muertos vivientes. De la primera, el guiño más evidente es el utilizar el blanco y negro en todas las secuencias protagonizadas por los personajes vivos, y la trama de los militares y el vertido químico, a la segunda. Bueno, a esta y a infinidad de series B, videojuegos y algún que otro cómic, porque estas son premisas que no pueden faltar en la mayoría de historias. Incluso hay algún chiste más directo a costa de George Romero y en concreto, a costa de La tierra de los Muertos.…¡Con lo que a mí me gustó esa película! Y eso que un par de detalles también los sacaron de ahí.




La realización es lo más chocante, principalmente por lo amateur que esta resulta: las interpretaciones, en realidad, son normalitas tirando a flojas. Menos el personaje del soldado, que es el que se ocupa de la mejor parte cómica. Aunque esto tampoco es tan grave porque he visto películas donde los actores era para tirarlos a un pozo. Las cámaras y los filtros que utilizan hacen que esta quede como si fuera un corto de aficionados o como si hubieran rodado con un Iphone. Comparada con esta, producciones hechas vía crowdfunding como Iron Sky cuentan con un resultado más profesional. Claro que esta última era mucho más floja.  No debería quejarme de detalles como estos, teniendo en cuenta que las películas que más me han gustado son series B de hace treinta años con muy poquitos medios. Pero el ver una película de bajo presupuesto en plena época digital resulta un poco extraño, y cuesta acostumbrarse. Pero en el fondo, Wasting Away viene a ser lo mismo que ellas: una película muy de serie B, que sin llegar al nivel de Shaun of the Dead, resulta una comedia muy simpática. Y que fue capaz, siete años de antelación, de parodiar un género que entonces no se pensaba que llegara a alcanzar el estatus de moda cinematográfica. 

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