lunes, 27 de enero de 2014

Lecturas de la semana. Por entregas III



Después de haber echado un mes mareándome en La casa de hojas, retomo de nuevo una serie de entradas que habían quedado pendientes: las dedicadas a las novelas por entrega, y en general, a cualquier cosa escrita antes de los años 40. Si a principios de siglo Rocambole fue lo bastante famoso para tener su propio adjetivo, el segundo personaje, unas cuantas décadas posterior, se convertiría en parte de la cultura popular francesa. Se trata de Fantômas, un ladrón y criminal creado por Marcel Allain y Pierre Souvestre.



Delincuentes protagonizando folletines (y perdiendo ante los héroes, pero escapando para la siguiente entrega) hay unos cuantos. Arsenio Lupin es el más famoso y quizá uno de los más positivos en cuanto a rasgos y carácter. Rocambole empezó su carrera como un personaje claramente malvado, que se fue suavizando…Y Fantômas es el más negativo, además del más famoso después de Lupin. El personaje de Souvestre no duda en suplantar identidades, cometer asesinatos, atribuírselos a inocentes y librarse de todos aquellos cómplices que no le son de utilidad. En unos cuarenta y dos libros es capaz de escapar repetidamente a la justicia, tener hijos y asesinar a uno de ellos y convertirse en uno de esos personajes que, como Fu Manchú, disponen de una inteligencia y maldad que roza lo imposible y que, fuera de las novelas populares, se ha convertido en un recurso que ha envejecido muy mal.

En su primera aparición, de 1911, se conocen los orígenes del personaje y al policía que consagrará su carrera a atrapar al criminal (sin mucho éxito). El policía Juve habla de Fantômas como el criminal definitivo, y la mayor amenaza a la que se enfrenta la Sureté. Este, al igual que le pasaría al Nayland Smith de Fu-Manchú, está tan empeñado en poner a su archienemigo detrás de todos los crímenes que roza la manía persecutoria..pero por suerte para él, en el mundo de los folletines sus deducciones traídas por los pelos están en lo cierto. E, igual que el resto de policías de este género, cuenta con un ayudante, Jerôme Fandor, cuya historia también está muy relacionada con los primeros crímenes que el lector conoce de Fantômas.

Como villano principal de las novelas, este resulta bastante interesante: es un personaje claramente negativo, pero lejos de plantearlo como el típico genio del mal despiadado, también es bastante pasional, hasta el punto de haber llegado a alguna situación por la mujer de la que se ha enamorado. También es un maestro del disfraz, algo que en este género es casi obligatorio, pero al menos en la primera entrega de sus aventuras su caracterización como criminal con apoco viene más dado por lo que cuenta de él Juve que por sus acciones como tal personaje. Lo cierto es que de lo que llevo leído, también es uno de los folletines que mejor ha envejecido, y que conserva muy buen estilo. Muchas de sus situaciones son un poco forzadas, y en alguna ocasión todo resulta bastante caótico a base de meter personajes para rellenar trama. Pero también es cierto que está muy lejos del nivel de coincidencias absurdas que llegaban a alcanzar Las hazañas de Rocambole (que por otro lado, me parecían muy divertidas).


En estos casos, siempre va a haber un componente anacrónico para el lector reciente. Aunque se haya mantenido bien el conjunto de la historia, y el libro se lea teniendo muy en cuenta la mentalidad y gustos de 1911, es imposible no reparar en detalles como las teorías científicas y las opiniones médicas que se mantenían en la época. En este caso, a uno de los sospechosos se le toman las medidas en los cuarteles de la que entonces se llamaba Sureté Nationale. O cómo una de las preocupaciones habituales de las fuerzas del orden eran los delitos y los apaches, en lugar de Fantômas. También es especialmente llamativo la correspondiente aparición de un manicomio, donde dos médicos hablan sobre un sistema novedoso consistente en dar bien de comer a los internos y razonar con ellos sobre el origen de sus locuras. Teniendo en cuenta otras teorías vigentes, es todo un avance.



Las apariciones del personaje no se limitaron a la literatura y a la Belle Epoque: a lo largo de las décadas contó con varias películas, incluso en los años sesenta. Estas últimas, que pude ver en algún ciclo de Louis de Funes en la tve, eran bastante más alegres y cómicas de lo que serían las novelas originales, seguramente por contar con este último en el papel de Juve. Y buscando referencias menos conocidas, hay un grupo de música llamado así…Pero probablemente muchos de los que crecimos con los libritos de don Miki recordemos a su versión más evidente y entrañable: ¡Patomas!


  

2 comentarios:

  1. José Miguel García de Fórmica-Corsi27 de enero de 2014, 18:44

    De "Fantomas" solo conozco las películas de Louis de Funes (que todavía vi en cine, en alguna sesión matinal de niño). Pero Patomas es un pequeño mito de mi infancia, en aquellas ediciones de la Colección Dumbo que empezaron publicando clásicos americanos de Disney de los 40-50 y acabaron con las versiones italianas de los 70, como este entrañable personaje, que luego publicaron en Don Miki... Hace poco las reeditaron, y seguían siendo igual de simpáticas.

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  2. No hace mucho en Cracked se hacían eco de las versiones italianas de Disney, cosa que les llamaba bastante la atención. A mí me hace gracia que vean desde esa perspectiva algo con lo que crecí.
    Lo cierto es que las de Fantômas de de Funes eran las que más me gustaban (esa y una que salían nazis), aunque después de leer el original, el componente cómico de la primera es más evidente.

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