lunes, 13 de enero de 2014

Frankenstein´s Theory (2013). Ni lo más clásico se libra de las cámaras de vídeo




¡No es Frankenstein, es Fronkonstin! 

Quedaban muy pocas cosas por tratar en el género del found Footage, por no decir ninguna. Las que se habían mantenido al margen era por cuestiones narrativas, tratándose de temas que solo podrían filmarse por la forma habitual, o incluso de sentido común, por ser imposible filmar algo de ese estilo sin que resultara absurdo. Nadie se habría imaginado que monstruos de la literatura clásica pudieran ir por ahí siendo filmados en vídeo…hasta ahora.


Frankenstein´s Theory se plantea esta posibilidad: un grupo de rodaje es contratado por Venkenheim, un tipo que afirma ser descendiente del científico que inspiró la obra de Mary Shelley. Tras haber encontrado unas cartas que supuestamente contienen la historia original, asegura que su antepasado fue capaz de crear un hombre, y que este, al igual que en el libro, está vivo y deambula por el círculo ártico después de un par de siglos. Su obsesión le ha costado entre otras cosas, el trabajo en la universidad y una novia, y a pesar de todo, él y el equipo se desplazan al norte de Canadá donde la criatura parece ser la causante de varias desapariciones. Tras una entrevista con un testigo, no muy lúcido él, se trasladan con un guía a una zona lo bastante desierta como para que esta se haya escondido. Las bajas temperaturas, las manadas de lobos y los osos polares, según su guía, son mucho más peligrosos que perseguir algo que no existe. Pero los ruidos durante la noche, y el descubrir que sus motos de nieve han desaparecido, parece indicar que no están solos.


Dentro de las posibilidades que tiene este género, que va desde el documental hasta el baile de cámara doméstica, optaron por el primero. Cosa que se agradece, porque en la mayoría de los casos, el montaje va a ser bastante limpio y permiten disfrutar de uno de los mejores elementos de la película, que son sus escenarios. Probablemente esta no era la intención principal del guión, por lo que estos están muy poco explotados y son solo parte de la narración, sin caer en el exceso de paisajes. Pero solo por las tomas de árboles en un paraje helado, y una situación poco conocida como es una zona perdida de Canadá, hace que uno se pierda un poco más en la película. El número de personajes también es bastante breve, pero acertado, y especialmente en el caso de los testigos y guías con los que hablan en Canadá. Si el primer encuentro con un testigo, un camello que va puestísimo, hace pensar que eso de Frankenstein es un absurdo, el guía que los acompaña es uno de los personajes más interesantes. Al menos, a nivel de la narración: lo presentan como alguien muy lacónico, que está convencido de que lo único peligroso que hay en la zona son los osos polares. Además sirve para introducir otro elemento que casi es el mejor de toda la película: el miedo, mucho más real, a estar perdido y rodeado de animales salvajes. Su secuencia, narrando una historia acerca de una partida de caza perdida, casi supera en interés a todo el tema del monstruo de Frankenstein.



Personaje con cara de preferir estar en un relato de Jack London y no en una película de segunda

Pero seguramente el más divertido es el propio encargado de la expedición, al menos en cuanto a su caracterización. No tiene gran cosa, y ni siquiera unas motivaciones muy realistas, pero cuenta con todos los detalles propios de un científico loco en toda regla: lo de defender una teoría descabellada (metiendo a los Illuminati con calzador. Hoy están en todo) y querer limpiar el nombre de su antepasado es habitual, pero tampoco le faltan otros clichés muy de serial, como puede ser la afición a la música clásica, al buen vino…y bastante cara de pillado, también. Vamos, que cualquiera que fuera aficionado a las películas de serie B de toda la vida reconocería este retrato y le caería simpático.



Otro personaje, con pinta de haberse escapado de una revista pulp

En cambio, el principal fallo de la película es el propio tema del monstruo. El punto de partida es bastante original, pero es algo que, o bien le dan un giro apropiado, o va a ser muy predecible. Después de un arranque en el que la ficción se dosificaba muy bien, empieza la parte más tópica, con las desapariciones de los personajes, una persecución nocturna cámara en mano, y el final de golpe en el que se puede ver a la criatura de refilón. Casi parece que tuvieran miedo de ofrecer algo distinto y que prefirieran sujetarse a la fórmula de la Bruja de Blair.

Es curioso que en una película acabe fallando lo que le da título, y que sea lo más decepcionante. Pero al menos cuenta como ventaja un desarrollo inicial mejor planteado y que tratándose de un género como el de la filmación a mano, tampoco tuviera pensado exigirle nada muy complejo.

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