Hace muchos años, a TVE se le ocurrió hacer una serie basada
en un personaje infantil muy conocido…hace todavía más años. Así nació Celia,
la serie que adaptaba los libros de Elena Fortún y que muchos, hasta que no
apareció en las pantallas, es probable que no les sonara nada (como era mi
caso). En ella se contaba la historia de una niña en el Madrid de los años
veinte, y de su familia, muy típica de la época: una madre que parece pasar un
poco del tema, un padre que la mima, la chacha que no se corta en regañarla (y
falta que le hace a la criatura) y el resto de detalles típicos de una familia
bien de la época, como podían ser la institutriz, la niñera o la portera que
vive abajo. La serie, al igual que los libros, contaba las peripecias de su
protagonista, que era un poco la piel del diablo. No es que fuera especialmente
mala, pero un exceso de imaginación y la forma de ver el mundo que tienen los
niños hace que más de una vez la regañen o que, según su forma de ver las
cosas, acaben enviándola interna a un colegio un curso entero.
Teniendo en cuenta el esfuerzo que se necesitaba para
caracterización y ambientación, la serie tenía muy buen nivel. No escatimaron a
la hora de recrear la época e incluso las interpretaciones eran razonablemente
buenas (aunque alguna me daba la impresión de estar ahí por ser sobrina de algún
productor, con lo sobreactuada que estaba), y aunque esta terminaba con la
promesa de una segunda temporada, nunca llegó a filmarse, por los apuros económicos
que estaba pasando TVE en aquel momento. Ahora debe estar también a dos velas,
pero los costes se han abaratado y se nota menos.
El estreno de la serie sirvió para que una editorial, en concreto,
Alianza, se animara a reeditar los libros respetando el formato original, en
tapa dura y cuadrado, además de añadir un prólogo bastante completo en el que
se explicaba un poco el trasfondo de la autora y los años en que escribió, y
que desde luego, se notaba que no estaba pensado para lectores infantiles. También
hay que decir que con lo de la edición vintage aprovechó para calzar algo más
el precio a unos libros, que si bien en el momento pudieron venderse algo mejor
por la publicidad de la serie, tenían
entonces más interés para lectores adultos que para su público original. Hoy,
que sepa, siguen en su catálogo en la sección de literatura juvenil, donde
publican también clásicos como Verne, pero ya en edición de bolsillo y mucho más
asequible.
En concreto, los libros de Celia contaban más o menos lo
mismo que se vio en la serie: las aventuras diarias de una niña en un momento
histórico y en un lugar muy concreto, todas muy marcadas por lo cotidiano, como
pueden ser las anécdotas de vacaciones, las visitas de gente que a ella no le
gusta o las consecuencias de alguna de sus ocurrencias. Siempre hubo este tipo
de literatura juvenil a lo largo de los años, y ahí tuvimos a Antoñita la fantástica,
Manolito Gafotas, o, cruzando los Pirineos, El pequeño Nicolás. Y al igual que
estos, los libros de Elena Fortún están contados en primera persona, con lo que
el mundo que rodea a la protagonista estará reflejado por como lo ve una niña
de siete años: no solo cree firmemente en las hadas, sino que muchas de las
actitudes de los adultos las interpreta como tal. Ella puede ser “buena” o “mala”,
sin más, y muchos personajes van y vienen por su vida sin más explicaciones que
las que ella supone o las que el lector más mayor puede sacar entre líneas (como detalle adicional, diré que tiene un gato. Con el poco respetable nombre de Pirracas).
El principal problema de los libros no es su forma de estar
escritos, que es muy correcta, ni por aburridos, porque muchas niñas
disfrutaron con ella hace años, sino que se trata de un tipo de literatura que
se queda desfasada con facilidad, y si ya en los noventa fue difícil que a los
niños les gustaran unos libros así, hoy es practicamente imposible. Cuando se
estrenó la serie, aún quedaban detalles con los que sí podía identificarse. Porque
no se al resto, pero cuando me portaba como un jíbaro, me amenazaban con
meterme en un internado. O lo que es peor ¡mandarme a un colegio de monjas!
De los pisos en el centro a cenar pan y agua...Mas o menos, igual que hoy
Porque el mundo de Celia es el del Madrid de preguerra, el
de las porteras, las criadas de pueblo con cofia y los guardias civiles a
caballo. Incluso la protagonista, y sus amigos, aún cuando pueden jugar a las
mismas cosas que cualquier niña de hoy, parecen, en un repaso de la serie o de
los libros, un poco repollos y paternalistas, alejados de lo que le gustaría a
un niño cuyos primeros libros son las aventuras de Gerónimo Stilton. Aún así,
la vida de la protagonista continúa a lo largo de los libros, que, al igual que
el momento histórico en el que vive, se va volviendo más amargo: en los
siguientes libros, de los que con la serie de tv se habló menos, Celia crece,
pierde a su madre, debe hacerse cargo de sus hermanos y vive el Madrid de la
posguerra, aún pasando también hambre como cualquier otro, con un poco más de
fortuna gracias al dinero de la familia.
No me convencía Celia.
ResponderEliminarA mí en su momento me gustó la serie. No era de mis preferidas, pero me entretenía. Es cierto que es para quienes nos gustan las historias que reflejan épocas pasadas y que es difícil que agrade a nuestros niños actuales, más bien cuando crezcan y algunos les tomen el gusto a viajar en el tiempo a través de la pequeña o gran pantalla. Lo del nombre del gato es un horror. No sé qué pensé entonces, pero ahora me parece feísimo. Pobre misino!!
ResponderEliminarMe encantan estas entradas con aire nostálgico. Un besazo!
Satrian: no me extraña. También es cierto que era un personaje pensado para las niñas y que tanta familia bien, no era plato de gusto para todos (algunos conocidos no soportaban la serie ni los libros por eso).
ResponderEliminarLa Minomalice: personajes como este, y Antoñita la fantástica, se han quedado ya en un pasado bastante lejano..supongo que también dentro de unos años las aventuras del Pequeño Nicolás le sonarán a chino a los niños y se quedarán relegados a los nostálgicos.
Yo primero descubrí los libros, y a mí me encantaron y me fascinaron, porque sinceramente, lo de la familia de bien y todo eso, para empezar no se nota tanto en los libros, y que no tiene nada que ver, ya que en cada episodio Celia vive su vida, y a veces no aparecen ni los padres. De hecho me gustaba por eso, porque era "rebelde" pero buena. La serie me entretiene pero me parece que es horrible recreación de los libros. Yo me leí todos, y son bastantes distintos de la serie, y de esos tópicos que pone la gente (Cuando no los han leído) como que es de bien, de pijos... Falso total. ESTÁ en un ambiente así, pero en la trama ni es relevante. De hecho los padres en los libros eran más indulgentes. La serie es un poco falsa en general y yo creo que eso ha generado confusión y mala reputación en los libros. En la serie todo es mucho más sobreactuado y si que se notan esos "tópicos" que dice la gente. Pero cuando los usan en los libros es porque no tienen ni idea ni se los han leído, de hecho yo era un niño de 12 cuando me los leí (y chico) y también los de cuchifritín. Yo tengo las versiones originales del 80 y 81 en tapa blanda con otras ilustraciones azules y mucho MUCHO más bonitas que las ilustraciones tan famosas de SERNY, (a mí las versiones de Serny me parecen muy feas) Si alguna vez compráis o encontráis o leéis un libro de Celia que sea de los azules, de ilustraciones por PALACIOS y BONY mucho mejores que SERNY (tan famoso, buf...)
ResponderEliminarHace muchísimo que vi la serie, pero si recuerdo que la recreación de su entorno se centraba mucho más en la clase social de su familia de lo que hacían en los libros (donde está se iba suponiendo por sus referencias a las actividades y ocio), y quizá si, parecía más una recreación adulta de los libros que una serie sobre el personaje infantil.
ResponderEliminarAhora que lo mencionas,también me encontré con gente que acusaba a la protagonista y los libros de pijos y ñoños (efectivamente, solo habían conocido la serie y también tenían opiniones similares sobre el Gillermo de Richmal Crompton)