lunes, 13 de mayo de 2013

Lecturas de la semana. Los años mozos III




Internet. Circa 1989

Voy a empezar la semana confesando algo: a mí no me gustaba leer. No tenía ningún problema con la lectura como tarea en clase, pero eso de dedicarme a juntar una letra detrás de otra no me motivaba nada de nada. Me gustaba ver los dibujos en la tele, emborronar papeles con rotuladores de colores chillones y que me contaran historias. Seguramente por esto último fue por lo que, al ir avanzando la EGB, la lectura se convirtió en algo realmente importante. Pero cuando la palabra escrita y yo no nos llevábamos muy bien, las cassettes con narraciones de historias eran la mejor alternativa. En la época había muchas, la mayoría narrando cuentos de toda la vida como podían ser La cenicienta, el soldadito de plomo o incluso Barbazul, pero una de ellas, que formaba parte de una colección de fascículos, fue la más popular, y en mi opinión, la mejor que llegó a haber.



Cuenta Cuentos, de la editorial Salvat, se publicitaba como “Una colección para mirar, leer y escuchar” y nació en la época dorada de los fascículos, en la que semana tras se mana, lo mismo podías hacerte una colección de cinco tomos sobre el ganchillo, la Guerra Fría, historia del Arte y hasta enciclopedias completas. Entre una y otra, era posible irse leyendo cada fascículo de cabo a rabo hasta la siguiente entrega. También es cierto que entonces dichos fascículos lo que vendían era letra e información, y no recurrían al gadget de regalo (desde tanques en miniatura hasta dedales) tirado de precio para vender como churros el primer número. Cuenta Cuentos era la colección destinada a los más pequeños, y como su nombre indicaba, se trataba de unos fascículos con dos o tres relatos por número, acompañados de una cinta que equivalía a la versión en audio del fascículo.




Lo más desconcertante es que hoy las cassettes se utilizan como adorno hipster para las funtas de Iphone

Impresos en un papel de bastante gramaje, casi tan grueso como una cartulina (lo único capaz de resistir las relecturas de unos usuarios un poco destroyer), cada entrega era bastante breve, con unas dieciséis páginas en total de las que se aprovechaba hasta la contraportada para incluir texto e incluía las tres o cuatro relatos, un par de canciones infantiles que tenían su versión en la cassette, y un par de hojas con un par de dibujos en blanco y negro extraídos de las ilustraciones, para poder colorearlos. Cosa que nunca llegué a hacer porque yo era una niña bastante chambona (y más vaga que la chaqueta de un caminero) y esto de los libros de colorear nunca me gustó nada. El tamaño de letra era relativamente grande, más o menos un Times New Roman a tamaño 14, que era la fuente típica de las publicaciones de la época, pero teniendo en cuenta el público objetivo, era suficiente para que tuvieran bastante para leer.


El texto venía repartido entre las ilustraciones, que eran lo mejor, y más llamativo de los fascículos: el nivel de los dibujos era muy alto, y sobre todo, variado: podía ir desde un estilo más tradicional para determinados cuentos, a la caricatura casi grotesca, como la versión de El traje nuevo del Emperador, representada en plena corte del Rey Sol, hasta otros más simples para los relatos humorísticos e incluso, dibujos de aspecto más étnicos cuando recopilaban historias populares de otras partes del mundo. Porque en la colección había practicamente de todo: desde el típico cuento de toda la vida, hasta relatos africanos, asiáticos, mitología griega, nórdica, e incluso unas cuantas versiones por entregas de clásicos, como Heidi o el Mago de Oz. Naturalmente, estas estaban adaptadas para poder abarcar un libro completo en un número limitado de entregas, pero estas versiones eran bastante coherentes y gracias a ellas pude conocer libros muy poco conocidos en España, como la historia de Dot y el canguro, en la que no solo recorre el desierto del continente acompañada de de dicho marsupial sino que presentan al resto de su particular fauna…de la que, según cuentan, el ornitorrinco es el animal más sabio de todos (teniendo en cuenta todas sus prestaciones biológicas, solo puedo estar de acuerdo).



Dentro de la colección también había unas cuantas historias de las que, hasta donde sé, si eran originales de esta, y que son las más recordadas a día de hoy. Una de ellas, el Ogro Grogro, debe ser una de las primeras historietas de espada y brujería para niños pequeños, se trataba del típico relato del viaje iniciático protagonizado por un pequeño ogro que acompañado por un dragón era capaz de enfrentarse a monstruos algo más horrendos y pringosos de lo que nadie esperaría en un cuento para niños. Es curioso leer a día de hoy un relato de fantasía en el que no sale ni un humano, sino criaturas como ogros o dragones a modo de protagonistas, hoy desplazados como villanos típicos a favor de elfos y demás personajes genéricos.



En los cuentos largos también había espacio para los gatos, en concreto, la historia de Gobolino, el gato embrujado. Un gatito cuyo destino era ser un gato de bruja, pero al que no se daba bien porque no solo tenía una patita blanca y los ojos azules (cuando todos sabemos que los gatos de bruja son más negros que Legrá), sino que a él le iba mucho más perseguir ovillos y acurrucarse junto al fuego. Durante varios capítulos, que a mí en la época me parecieron un montón, Gobolino escapó de la casa de una bruja para ir conociendo a sucesivos dueños, y, con mayor o menor fortuna, irlos ayudando hasta que encontró un hogar de verdad. Personalmente a mí no me gustaba mucho esta parte porque lo de un gatito sin hogar me daba mucha pena, y es que ya entonces la cabra tiraba al monte.

Hace unos pocos años, y seguramente por el factor nostalgia, se intentó reeditar la colección, esta vez incluyendo un cd, pero como ya la tenía completa y disponible (además de haberme pasado a mp3 las cassetes, por previsión), no era algo que me hiciera falta. No sé si se llegó a terminar o a dar buen resultado, porque ya se sabe que este tipo de iniciativas no suelen funcionar bien. Pero gracias a youtube muchos de estos relatos pueden escucharse de nuevo, y de paso, ver si resisten el paso del tiempo o de nuevo, todos esos años de por medio hacen que las cosas parezcan más bonitas:

6 comentarios:

  1. Qué entrada más bonita! Pero qué requetebonita y me da igual parecer cursi o no. Para mí los cuentos son parte esencial de mi formación como lectora y como persona. Leí muchos de niña y cuando nació mi hija comencé a releer y me pregunté y me sigo preguntando por qué aquí se dejan estos cuentos para la infancia al contrario de lo que ocurre en los países escandinavos donde Hans Christian Andersen es considerado un clásico con todas las letras y se leen sus cuentos y los de otros autores en la edad adulta con la mayor normalidad.

    He leído muchos fascículos de cuentos con casettes, pero he de reconocer, imperdonable, que no conocía a GOBOLINO, EL GATO EMBRUJADO. Me ha parecido el tipo de historia que me habría entusiasmado de niña y que leería ahora con nostalgia y placer. Aunque como a ti me daría penita que anduviera sin hogar. Pero bueno parece que al final la encontraba. Y esa patita blanca que le impedía ser gato de bruja. Ay, qué historia más salada.

    Me ha gustado mucho tu entrada. Muchas me gustan, excepto las de zombies, ya lo sabes, pero esta es que me ha entusiasmado.

    Un besazo y gracias porque he disfrutado mucho!!!

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  2. Muchísimas gracias por los cumplidos, y he de reconocer que, según escribía esta entrada, también disfruté al venirme a la memoria casi todos los cuentos que incluía la colección, y de los que me he quedado con los dos más importantes...Seguramente tanto tu hija como tú los disfrutaríais, porque tampoco escatimaban en relatos que sí eran verdaderamente tristes, sin la descafeinización que parecen estarle aplicando ahora a todo.

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  3. No sabes como ame esta publicación, yo recuerdo con mucho cariño esta colección, pero sobre todo a Gobolino, lo he buscado mucho en físico, pero es casi imposible, gracias por traerme tan buenos recuerdos! =)

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  4. Encantada de poder recordar esta colección, de la que me quedo con sus preciosas ilustraciones y sus cassetes :). Hoy los audios en formato virtual están relativamente disponibles (en ivoox han subido todos los fascículos), pero es cierto que el formato físico, tanto las cintas como los cuentos en sí, no los he vuelto a ver desde que se pusieron a la venta en su día.

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  5. Llevo bus ando esto desde hace siglos. Alguna manera de comprarlos?

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  6. No sabría..yo hice (o más bien, me hicieron) la colección vía kiosko cuando salió. Supongo que en todo colección o alguna web similar la vendan completa. Juraría que también la he visto digitalizada en alguna parte pero no recuerdo donde.

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