El gato inquietante nos vigil...bueno, en realidad no. Solo nos mira con desprecio
De todo el tiempo que he pasado leyendo novelas de terror, he sacado tres conclusiones:
1. Es un género que funciona mejor en relatos, como mucho, libros cortos.
2. Los escritores de hace más de sesenta años suelen ser infinitamente mejores que cualquiera de los actuales. Con alguna que otra excepción
3. Hay cosas por ahí publicadas realmente atroces. Desgraciadamente, desde que tengo ebook, esto lo he comprobado más de lo que me gustaría.
En el caso de Thomas Ligotti, por suerte solo sería cierto lo primero, porque aunque el tipo no se prodigue mucho escribiendo, sus recopilaciones de cuentos que aparecieron entre los ochenta y los noventa, y su novela corta alcanzaron una originalidad, e incluso, una calidad, que no me esperaba. Sobre todo teniendo en cuenta que no es un escritor especialmente conocido, ni le interesa: trabaja con editoriales pequeñas, que suele publicar tiradas muy limitadas o ediciones de lujo con un precio muy poco recomendable. Vamos, que el hombre se forra a costa de los cuatro frikis que lo conocen. Y lo peor es que, si no hubiera sido por Internet, menos gente se dejaría los cuartos en sus libros.
Esto es mala suerte: cuatro fotos suyas que circulan por ahí, y en una de ellas le sale carapán
De Ligotti se saben muy pocos detalles, y él no ayuda: apenas hay fotos suyas, no tiene página oficial, y hasta hace poco, se sospechaba que sería un seudónimo. Seguramente, porque su imagen de escritor recluso, atormentado y aquejado de nosecuantas enfermedades y melancolías que influían en sus textos, parecía demasiado novelesca para ser cierto. Aunque también hay que reconocer que su estilo de escritura no sería el más popular: muchas descripciones, sin pasarse con los adjetivos, y se centra en temas que se repiten en casi todos sus relatos: los paisajes industriales y fábricas abandonadas, comunidades de artistas un poco pretenciosos, ciudades decadentes, y sobre todo, una sorprendente fijación con las marionetas y los muñecos, son a Thomas Ligotti lo que sería Nueva Inglaterra y los Primigenios a Lovecraft.
Y de hecho, el escritor al que más se parece es a H. P. L. (y por lo que se sabe, también le gustan los gatos), además de algún otro de su quinta, como Arthur Machen: además de centrarse en las descripciones más que la acción, los personajes detallados son inexistentes, sino más bien se trata de tipos que empiezan a presenciar cosas francamente raras. Otro punto a favor es que no hay ni una gota de sangre o pasajes escabrosos en lo que escribe, porque aunque cuente con algunas historias bastante perturbadoras, estas van más por el tema de presentar una situación sin sentido, más cercana a una pesadilla, como lo que podría hacer David Lynch, por buscar una comparación. Incluso los miedos del mundo laboral, como podrían ser horas extras interminables, quedarse sin vida propia a causa del trabajo…esto, visto desde una óptica también muy particular y bastante parecida a lo que escribiría Kafka. Su novela My Work Is not Yet Done, es probablemente lo más tradicional que ha sacado, al menos en la redacción. Porque lo que es en el contenido, es bastante original: una historia de terror en una empresa, de la que no queda claro si va de venganzas sobrenaturales, es una vuelta de tuerca al tema de los fantasmas, o si simplemente, es muy rara. Pero además de extensa, a mí me ha gustado más que otras piezas suyas protagonizadas por artistas repunantes.
Además de escribir (que al paso que publica, tampoco le quita mucho tiempo), por lo visto es aficionado a la guitarra y hasta sacó un disco con Current 93, en el que medio canta medio recita algunos textos. Las pistas tienen el sonido modificado, no sé si para darle un toque un poco distorsionado, o porque el hombre tiene voz de cascajo, pero el resultado queda bastante bien para tener de fondo leyendo algún cuento suyo.
En España solo se llegó a publicar La fábrica de pesadillas, la versión condensada de una recopilación del mismo nombre que ocupaba el doble e incluía el 80% de lo que había escrito. No sé como andará ahora de disponible, pero en Estados Unidos están igual: las reediciones salen con cuentagotas, a precios prohibitivos…pero si a alguien le interesa leerlo, la gata me ha contado que buscando un poco, en Internet hay varios libros suyos. Yo, de esto último no tengo ni idea, no…
No había oido hablar del autor.
ResponderEliminarA mí me sorprende lo poco conocido que es, y eso que me había gustado mucho. Seguramente si Lovecraft viviera hoy escribiría cosas parecidas.
ResponderEliminarEl gatico de esta entrada es tan parecido a mi Garfield!!! Porque mi misino, aunque se llame así, no es naranja.
ResponderEliminarA este autor no lo conocía, pero si le gustan los gatos y las marionetas, seguro que me gusta a mí. Como el gore (se escribe así?) no me gusta, pues lo que dices sobre que no hay sangre ni nada escabroso, le da más puntos. Le haré caso a tu gata y buscaré por ahí. Si ella lo dice, será verdad. A ti no te pregunto, porque veo que al parecer no tienes ni idea jeje.
Hace tiempo que no leo a ningún autor de novelas de terror que me enganche, y tengo muchas ganas, pues en su momento disfruté muchísimo con algunos autores. Aunque luego mirara debajo de la cama antes de dormirme!!
Ay, por fin he podido venir a saludarte, he tenido una semana de pesadilla!!
Besos y buen domingo de lectura junto al suave pelaje de tu misina!
Ana.
¡Sí! Habías subido una foto y la había visto. El nombre siempre me hace pensar más en gatos naranja rollizos...
ResponderEliminarA Ligotti lo recomiendo mucho por ser capaz de escribir historias de terror sin una pizca de gore. Hay que reconocerle que tampoco es que se caracterice por unos personajes brillantes (que no los tiene. He visto lechugas con más matices), pero sus relatos no los necesitan, son más de atmósfera..Y en muchos el terror viene por alterar la forma de ver la realidad, y no por lo que los posibles monstruos pudieran hacer.
La parte mala es que la gata solo ha encontrado sus libros en inglés, pero si ves por ahi cualquier edición de La fábrica de pesadillas, que no te falte.