Gatico fantasma. No van a ser todo vampiros...
Nunca le he terminado de pillar el chiste a las versiones estadounidenses de series recientes. Aunque dicen que The Office superó a la original, poniéndome delante un Life on Mars, me quedo mil veces con el Gene Hunt de Philip Glenister que con el comisario de Harvey Keitel. Cuando estrenaron el remake de Being Human, estaba segura que no le llegaría a la suela del zapato de su original inglés, y aunque empecé con su primer capítulo para poder ponerla verde a gusto, acabé viendo la temporada entera. Ahora le toca el turno a la segunda, con lo que empiezo a plantearme qué tipo de persona ve simultáneamente dos versiones de una misma serie…Seguramente, yo. Y los fans de Star Wars. Aunque en el caso de Being Human, está la disculpa de haber sido bastante más diferente que su original.
La primera temporada contaba, a grandes rasgos, lo mismo que su versión inglesa: la vida de los protagonistas, vampiro, hombre lobo y fantasma, y cómo acaban enfrentándose a un grupo de vampiros. Las diferencias empezaban a aparecer, además de unas cuantas tramas más, gracias a tener casi el doble de capítulos que su original: donde la fantasma inglesa era timorata, su versión americana tenía algo más de mala baba, y no dudaron en retorcer un poco la historia de su muerte para que diera algo más de sí. Los vampiros americanos no tienen ningún problema con la sangre embotellada (herencia de True Blood, supongo), y sí se reflejan en los espejos…y aunque Mark Pellegrino le puso ganas, Jason Watkins fue un villano grande, muy grande, vulgar e inquietante a partes iguales. Había también diferencias algo más culturales, como el enfoque de algunas historias (en las que evitan determinados asesinatos, para que los personajes sean más positivos), o que, en general, el reparto sea fisicamente más atractivo que los ingleses…aunque el término “atractivo” y el plasticoso Sam Witwer no peguen mucho, pero allá gustos. A pesar de todo, la historia no funcionó mal, y tuvo las suficientes diferencias como para mantenerme entretenida sin darme la sensación de haber destrozado ningún guión.
Jason Watkins vs. Mark Pellegrino
La segunda temporada ha sido como la metáfora del huevo y la patata: no se parece al original en nada. Porque, exceptuando la incorporación de Kristen Hager (la enfermera Nora) como fija, todo lo que ha pasado hasta ahora es una novedad: Sally, la fantasma, intenta reencarnarse, y Aidan, el vampiro, tiene que hacer de guardaespaldas para la hija de la reina de los vampiros…que así escrito queda un poco ridículo, y en pantalla tampoco es gran cosa (o sí: es Dichen Lachman, la china rara de Dollhouse), pero a estas alturas parece imposible hacer una historia de vampiros sin que sean todos antiquísimos y se pasen la mitad del día reunidos y hablando de cómo repartirse el mundo. Allá ellos. Las peores situaciones se han dado sobre todo en el primer episodio, con Sally yendo a la reunión de antiguos alumnos del instituto (no falta una en ninguna serie), o con Josh, el hombre lobo, proponiéndose encontrar una cura para la licantropía, propósito bonito donde los haya, pero bastante absurdo como guión.
La belleza: ese concepto relativo. Y esquivo
Con todos estos cambios que han metido en cuatro capítulos, este Being Human tiene toda la pinta de convertirse en una serie que empieza a ir por su cuenta, y que hasta ahora, va funcionando bien: se ha adaptado a los gustos y preferencias del público estadounidense, mantiene un buen ritmo y…desde luego, tras ver el giro que ha pegado su original británico, cada uno que haga lo que le de la gana, que diría Hewl.
No comencé a verla, y además me estoy planteando si continuar con la cuarta de la británica, aunque Dichen Lachman es un buen reclamo.
ResponderEliminarCon la cuarta británica sigo, porque es cortita y a ver como salen del batiburrillo que han montado. Esta..bueno, es que originalidad tiene poca.
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