¿Habrá que ponerle caja de arena a los gaticos fantasma?
Uno de los problemas del cine de terror es lo fácil que es su clasificación, y a veces, lo predecible que resulta cada tipo: tenemos películas de asesinos en serie, de demonios y posesiones, y de grupos acorralados (y aquí, la subclasificación puede ser de zombies, bichos dimensionales, vampiros o trífidos). Dentro de ellas, las de fantasmas y casas encantadas suelen ser las más difíciles de innovar por estar todavía más fijas a clichés como pueden ser las casas, objetos, asesinatos previos o fantasmas agresivos.
Es por eso por lo que sorprende un poco que una película de fantasmas y casas encantadas pueda llegar a tener tan buen resultado de público y crítica como Insidious, no sabemos si por ser un poco más original que la media, o porque la gente ya no exige demasiado. En este caso, el comienzo de Insidious no es nada novedoso: una familia se muda a una casa, donde empiezan a suceder cosas extrañas. Poco después de la enfermedad de su hijo, que cae en coma, los fenómenos empiezan a multiplicarse, y ni siquiera una nueva mudanza hace que desaparezcan. La familia, desesperada, decide pedir ayuda a una médium y su equipo, que les explicarán lo que sucede, y para variar, necesitarán la colaboración de la familia para salvar al niño.
Como puede verse, no es una historia que descubra la pólvora: la casa, los niños amenazados, y sobre todo, los mediums, es algo que hemos visto en buenas películas como Poltergeist, hasta bodrios como la saga de Amityville. Sin embargo, Insidious consigue hacer funcionar este argumento gracias a su falta de ambición, sin pretender otra cosa que contar una historia de fantasmas y contarla lo mejor que puedan, y sobre todo, trabajar bien con los elementos de los que disponen, e incluso, atreverse a variar un poco el esquema habitual. Porque, sin meterme en spoilers, la amenaza fantasmal que persigue a la familia no tiene que ver tanto con sucesos pasados sino con la naturaleza de los propios personajes. Que, visto así, también suena un poco a Poltergeist, pero ya dije antes que en esto de las casas encantadas es un poco difícil innovar.
A la hora de rodar, lo mejor ha sido la forma de dosificar el suspense, trabajando con lo que sospechan los personajes o lo que puede ver el espectador. Todo ello, sin recurrir a los saltos de música ni a las apariciones de susto gratuito: si algo tiene que salir, lo hace, e intuyéndose desde hace rato que ahí hay algo raro, sin tener que usar fanfarria para espantar gratuitamente. De hecho, aunque en algunos casos tiren de maquillaje (y en una ocasión, demasiado), los fantasmas que mejor funcionan son los que recurren a una caracterización más gestual y absurda, que a deambular por la casa con aspecto extraño.
Están planteándose en llamar a Carmen Porter
En una película de casas encantadas no pueden faltar los mediums, y en este caso, también son uno de los puntos más divertidos de la película: pese a su profesionalidad, y a contar con un personaje bastante más serio, los dos ayudantes principales resultan hilarantes en su aparición y forma de trabajar: dos tipos con corbata y aspecto un tanto freak, que realizan mediciones y grabaciones con piezas modificadas que a menudo no son otra cosa que máquinas antiguas o juguetes. Sin resultar irritantes, son el punto cómico del guión, y una pareja que está pidiendo a gritos un spin off para ellos solos.
Sin embargo, a partir de su aparición, la película comienza a flojear un poco al obtener una explicación (como siempre, una historia de fantasmas es más divertido hasta que se sabe lo que pasa), recurrir al típico viaje al limbo para salvar a un personaje, y sobre un final que no me ha dejado muy allá, aunque le reconozco que, hasta que salieron los créditos, la decisión a la hora de elegir el fantasma fue más acertada de lo que esperaba.
Sigue sin llamarme la película, y si no hay nada muy original, me temo que se quedará sin ver.
ResponderEliminarYo la vi porque Hewl dijo que estaba bastante bien, comparada con otras cosas, como 13 Fantasmas y su recorrido tipo "Tren de la Bruja", o The messengers, con su trama completamente vulgar y sus fantasmones estilo cine japonés. De todas formas, es un género que o tiras más al cine clásico, o no funciona muy bien, e incluso antes del cine, son preferibles sus novelas (lo que me recuerda que tengo pendiente The Haunting de Shirley Jackson. Cuando la encuentre, claro)
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