martes, 8 de febrero de 2011

Whitechapel (2010). Los asesinos en serie llegan a la tele autonómica


Elemental, querido Juguete que Pita

De Whitechapel, la ultima versión moderna de Jack el Destripador, había tenido noticias vía blogs. Como muchas otras miniseries británicas, había despertado mi interés, sin llegar a tener intención de verla por acumulación de capítulos pendientes y películas.

Lo que no esperaba era poder verla gracias a la televisión corriente, y lo que es más, la televisión autonómica. No me sorprende porque hayan comprado una serie reciente (de hecho, habían emitido Nip/Tuck y Heroes, con escaso éxito), sino por haber seleccionado una como esta en una cadena que está específicamente orientada a un público más mayor, aunque hoy, por suerte, con algunos programas propios que han mejorado bastante la calidad de la cadena. Y Luar, claro. Pero a estas alturas esa gala musical del viernes por la noche es inamovible.



Oh, my God!! I can see forever!!

Por eso, la sorpresa fue bastante mayúscula cuando, tras la repetición de una telecomedia, de madrugada empezaron a emitir, seguida, Whitechapel, miniserie de la que, como era esperar, me quedé colgada hasta que salieron los créditos finales. Que tardaron lo suyo, precisamente por esa decisión a la hora de emitirla, aunque también le reconozco a la cadena su buen hacer a la hora de dosificar la publicidad, con una pausa publicitaria por cada capítulo, sin más duración que dos anuncios.



Respecto a Whitechapel, fue todo lo que esperaba en una miniserie británica: una actualización, muy cuidada, de los crímenes de Jack el Destripador. No se trata de una versión moderna como podía ser Sherlock, sino de un imitador del asesino que lleva a cabo los crímenes de forma idéntica, tanto en lugar como procedimiento, al asesino victoriano. La policía encargada del caso serán los miembros de una comisaría de la zona, un grupo con años de experiencia y bastante desprecio a lo que ellos llaman “destripadorólogos”, y su nuevo inspector, que es, junto con otro secundario, uno de los personajes más peculiares: este protagonista, no solo contrasta en actitud y vestimenta, mucho más metódicas y pulcras, con la de subordinadas, sino que el chico ha acabado en ese puesto por enchufe puro y duro, siendo un paso más en su carrera hacia un puesto superior. Generalmente, este tipo de personajes es visto de forma negativa, como un estorbo o un inútil, aunque en este caso se le da la vuelta, mostrando a un inspector que realmente quiere aportar algo al caso y ganarse su puesto, aunque su experiencia e intuición sean nulas, y no sea hasta el final cuando empiece a desempeñar bien su oficio. El protagonista llega a quejarse de haber estado manejado toda su vida y, en la reunión con los jefes, se muestra cómo su puesto se debe a favores que debían a su padre, y que incluso ellos lo toman como un figurón. Toda una sorpresa, porque yo creía que el enchufe era un invento español y, el que consigan que alguien con esta condición me caiga bien, es un logro.



La segunda sorpresa fue ver a Steve Pemberton haciendo de especialista en Jack el Destripador, en un papel bastante serio, sin histrionismos ni intención cómica, algo muy alejado de toda su carrera como miembro de The League of Gentlemen. Su personaje, a veces de ayuda al inutilillo protagonista, y otras veces, de incordio, fue de mis preferidos.

El final de la miniserie, que, adecuadamente, guarda bastante parecido con la investigación original, deja un final abierto con su protagonista como inspector de policía integrado en la comisaría, investigando un asesinato más rutinario, de un modo que podría indicar una futura segunda parte de la miniserie. Que desde luego, si llega a producirse y la tele autonómica decide comprarla, yo también vería. Pero que ajusten un poco más los horarios.

2 comentarios:

  1. Yo esperaba que la segunda temporada sin el gancho de Jack en el caso bajara el nivel, pero me ha gustado tanto como la primera, temporadas cortitas pero interesantes.

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  2. Yo no sabía que hubiera segunda temporada, tal era mi estado de despiste. Tiene gracia el que continúen investigando asesinatos copiados de los que ya sucedieron.

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