viernes, 10 de julio de 2009

Series para el verano: Robin of Sherwood

Hoy voy a dedicarme a dos de las cosas que más me gustan: poner algo a parir y hablar de una serie vieja.

Hace poquitos días se anunció la cancelación de Robin Hood, la serie de la BBC. No es que vaya a llorarla, porque, excepto valor cómico, poco le encontraba, y todavía no tengo muy claro si todos los absurdos de la serie eran deliberados, como en Xena, o si directamente los guionistas no daban para más. A saber: las tramas pecaban ya de absurdas, y lo mismo podíamos ver unas ninjas de Tierra Santa, que unos malvados caballeros de una orden secreta, que la malvada y pulpera (de novela pulp. No de pulpería) hermana del sheriff. El comportamiento y caracterización de los personajes era intercambiable: lo mismo podía ser el bosque de Sherwood, que el salvaje oeste que San Clodio, Ribas del Sil: teníamos al héroe chuletas, el secundario cómico, la heroína petarda y los malos muy malos, con mención especial para Guy de Gisbourne, el pagafantas de la serie. De la ambientación, mejor no hablar: más que la edad media, todos parecía que iban vestidos para hacer un rol en vivo de juego de tronos. Más de una vez que ví alguno de los vestidos de Marian, me paré a observar a ver si veía por ahí algún frikito buscando gente para una campaña de Dungeons and Dragons.
En resumen: Adiós, Robin Hood. No te echaremos de menos. Ni a ti ni a la prima de Marian que salía en la tercera temporada.

Y ahora viene la segunda parte ¿y si dijera que hay una serie británica de los años ochenta que, tanto argumentalmente, como a nivel de ambientación, interpretación y realización, le da cien patadas a esta y encima, ha envejecido tan bien que se puede ver perfectamente hoy en día? Pues seguramente, que esta es otra de las cebolletadas de Renaissance, pero para muestra, un botón:



Robin of Sherwood fue una producción de la HTV, idea de Richard Carpenter. A este señor no se le ocurrió otra cosa que incluir en la historia del ladrón que robaba a los ricos para dárselo a los pobres el tema de la magia. Pero no hay que esperarse aquí bolas de fuego ni levitaciones o fantasmadas por el estilo, sino algo más sutil y adecuado para el presupuesto de la serie: la idea de fuerzas básicas enfrentadas entre sí, que favorecen ciertos acontecimientos.

Tenemos aquí a un Robin que se convierte en forajido tras escuchar la llamada de Herne, el Cazador. Hay una espada presuntamente mágica de por medio, pero que poco hace aparte de ser bastante molona. Y hay satanistas venidos de tierra santa, druidas malvados y adoradores de Fenris. La iglesia, poco hace, aparte de intentar conseguir todas las tierras y posesiones que pueda. De hecho, la trama de la historia se va perfilando desde un inicio en el que relata la pervivencia de las creencias célticas en Inglaterra y el enfrentamiento con el mal, encarnado en este caso en un satanista, a la aparición del mejor villano de toda la serie, un druida oscuro que se enfrenta repetidamente a Robin en una contienda que parece ser más importante que la historia original acerca de sajones y normandos. Finalmente el tema de la magia se configura como algo muy antiguo y arraigado en la tierra, que puede tomar el cariz de aquel que la utilice.

Los personajes que aparecen son los típicos de la tradición inglesa, aunque Carpenter fue lo suficientemente listo como para darles personalidades muy marcadas y reconocibles, sin caer en el estereotipo. De hecho, el punto a favor de la serie es que realmente uno se puede creer que se tratan de verdaderas gentes de la edad media, por cómo actúan y se expresan. Hay algunas concesiones, como por ejemplo, que Marian se marche directamente al bosque con Robin, o el tono bastante épico de toda la serie. Pero eh, es ficción. No seré yo la que empiece a quejarse de que los sabuesos que usan para cazar no se introdujeron en Inglaterra hasta cien años después.

La falta de medios se suple con la interpretación de todo el reparto y sobre todo, con las ambientaciones de las que disponen: pudieron rodar en Gales, sirviéndose de todo el prado y bosque que quisieran y de bastantes castillos que quedan por ahí dispersos. E incluso favoreció el vestuario, ya que el aspecto desaliñado de este, con colores muy neutros, e incluso reciclando el de producciones caras en el caso de los nobles, resulta más realista.

La serie en conjunto tuvo bastante repercusión, y sentó canon para producciones posteriores: de hecho, gran parte de los elementos que aparecen en ella, como el personaje sarraceno o el tema de la magia. De hecho, bastantes integrantes del casting son o fueron bastante famosos:


Sí, bueno, quizá chirríe un poco el mullet de Robin Hood

  • John Rhys-Davies como un Ricardo Corazón de León fiestero que solo quiere volverse a tierra santa a matar infieles y pasar ampliamente de lo de gobernar Inglaterra.
  • Robbert Addie como Guy de Gisbourne, después de haber salido en Excalibur. Debe ser que le va esto de pegar sablazos a todo lo que se mueva.
  • Ray Winston como un Will Scarlett un poco psicopatilla, muchísimo antes de empezar a perder la batalla por arriba.

4 comentarios:

  1. Descubriendo series con Renaissance, desde luego por como la describes a años luz de la última astracanada que emitieron del personaje, de la cual subscribo todo lo que dices, apuntada.

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  2. Hola a todos. Soy peruano. Esta serie se transmitió en mi país y ocurrió algo extraño, casi nadie la veía, hoy casi 20 años después yo pregunto para ver si la recuerden y casi nadie lo hace. Una pena, pues Carpenter recurre a todo lo que tiene a la mano, literatura y cine. Un dato importante es que utiliza las dos fuentes literarias de Robin Hood de que se tiene datos: El cantar de Gesta, y el poema épico, anónimos ambos. En el primero Robin es descendiente de Locksley, un noble campesino, interpretado en la serie por Michael Praed, y en el poema, Robin (el encapuchado) es un noble de alta estirpe, representado en la serie por el hijo de Sean Connery, Jason Connery. Lo genial es que Carpenter fusiona las dos historias, al morir Robin de Locksley, el espíritu de este (bastante material debido a que la concepción galesa de la magia es diferente a la del resto de Europa, así como la influenica Celta), se posesiona del noble patriota, Sir Robert de Huntington, que se convierte en Robin, rescata a sus compañeros , se queda con Marian y les hace ver que él es la continuación de Robin.
    Otro dato curioso, es que uno los guinistas de esta serie, escribió parte de los capítulos de esa otra gran serie que fue Guillermo Tell, a la que también se le da una interpretación mágico popular.
    Buenas series.
    Saludos a todos.
    supaimartin@yahoo.es
    Martin Guerra - Perú

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  3. Hola, ya sé que esta entrada tiene casi dos años, pero no quiero dejar de suscribir tus comentarios. Esta serie se emitía en Televisión de Galicia hace 20 años, y la recuerdo como si la viese ayer mismo. Lo mejor era sin duda la ambientación: la niebla de la fraga, la suciedad en la gente del bosque, los caminos embarrados,... Y la parte mágica de la historia estaba muy bien integrada. Me daban escalofríos cuando se aparecía Herne como un gigante envuelto en pieles para dar consejos a Robin.
    Es una lástima que hoy en día se tire el dinero en producciones insulsas, pero habrá que tener paciencia. El péndulo de las ideas volverá al lado bueno.

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  4. Hola. No te preocupes por la fecha de la entrada: desde mediados del año pasado opté por poner un visualizador de comentarios y poder ver los comentarios que aparecían en las entradas más antiguas.
    Esta serie la descubrí también gracias a la televisión gallega, algo después de la emisión de Doutor Who. La serie era y es fascinante, en su ambientación y realización, y desde entonces, no he vuelto a ver un escenario que resultara tan realista como esos bosques de Sherwood que aparecen, o unos personajes como ese Sheriff y ese Guy de Gisbourne, amenazadores pero sin caer en la parodia. Te recomendaría que la vieras de nuevo, porque es de las pocas series que ha envejecido realmente bien, sobre todo si se la compara con la posterior Robin Hood de la BBC, mucho más ridícula y sin la mitad de carisma que la de Carpenter.

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