Series de tv, libros, cine...y una constante presencia gatuna

jueves, 31 de octubre de 2013

Insidious Capítulo II (2013). Más que una casa, el pasaje del terror

Advertencia: esta película es no recomendable para gatitos menores de un año

James Wan deja el terror. Pero al menos, lo deja por todo lo alto: primero recupera al matrimonio Warren como protagonistas en The Conjuring, y ahora decide concluir Insidious, la película de fantasmas que le sirvió para hacer caja y fama en este género.



Insidious se cerraba con un final completamente abierto. Bueno, eso de “abierto” es ser generoso, porque aquello fue como saltarse todas las clases de literatura en las que explicaban lo de “planteamiento, nudo y desenlace”. Directamente, no lo había: se quedaba en un enorme susto final, que lo mismo servía para confirmar su vocación de serie B, o para dar paso a una secuela si la cosa funcionaba. Pasó lo segundo, y esta se estrena con el curioso añadido de “capítulo II”. Esta continúa directamente los hechos que se narraban en la primera parte: el protagonista consigue salvar a su hijo del limbo en el que ha quedado atrapado, pero con él se trae a un espectro mucho más peligroso. En la antigua casa de la familia, donde se han trasladado, aparecen figuras y voces que siguen a los niños. Además, la investigadora con la que habían colaborado ha muerto en extrañas circunstancias, y sus ayudantes intentan descubrir qué es lo que sucedió y qué ha perseguido al protagonista desde el otro lado. Las pistas tampoco son buenas: la sala de un hospital abandonado, un mansión llena de cadáveres y un personaje, acusado de varios crímenes, al que la prensa llamó La novia de Negro.


Esta señora va camino de convertirse en un screamer en toda regla

Insidious se valía de los giros de guión a la hora de crear una nueva historia de fantasmas: esta vez lo embrujado no era la casa, sino las personas. E incluso los fantasmas que aparecían como amenaza principal servían para esconder a otros peores. Pero en el primer guión las bases quedaban sentadas, por lo que en la segunda parte no quedaba otra que seguir desarrollando la acción que se había planteado. Esta se centra principalmente en la investigación de los personajes intentando descubrir qué es lo que los persigue, si realmente uno de ellos ha sido poseído por un fantasma y cómo librarse de ellos. Esta estructura está pensada para explotar al máximo todos los escenarios del género de terror posible: inmuebles ruinosos, fantasmas a cada cual más estrafalario y peligroso, e incluso una secuencia bastante larga en el limbo que se presentaba en Insidious. Por comparación, la anterior parece una película mucho más discreta y pequeña, más clásica dentro de la ghost story, y es ahora, después del estreno de Expediente Warren, cuando optan por sacarle todo el jugo posible al tema de los sustos, gratuítos o no. Y no se queda en sustos, sino que se han aprovechado elementos del guión anterior, que se habían quedado en escenas sin sentido aparente, para cerrar aparentes cabos sueltos y de paso, demostrar que los fantasmas no tienen por qué estar sujetos a las normas del tiempo y del espacio.



Y lo cierto es que lo consiguen: Wan ha demostrado conocer muy bien la escenografía típica del cine de terror, incluso las que hoy son un cliché, y no duda en aprovechar todo lo que puede para incluirlo: desde las situaciones típicas en escenarios abandonados, hasta utilizar en un par de ocasiones la filmación con cámara doméstica durante la investigación en alguno de estos sitios. Incluso los lugares más comunes, como una casa familiar, tienen el típico aspecto de caserón encantando de hace cincuenta años donde casa armario y cada puerta parece adecuado para que se pasee una sombra o se oigan voces. Estos están cuidadísimos y es una de las mejores partes de la película, aunque debo reconocer que abusan de ellos de una forma bastante descarada: es divertido, pero las secuencias del hospital abandonado por que sí están metidas un poco a bulto, y daba la impresión que en cualquier momento iba a aparecer Zak Bagans pegando bocinazos en un pasillo (también reconozco que en esos minutos disfruté cosa mala). Por comparación, son mucho más interesantes los escenarios del limbo, en el que es posible crear toda una atmósfera sin más elementos que una oscuridad total y un candil de luz blanca. Y unos cuantos brazos fantasmales amenazando a los protagonistas, claro. Porque, igual que en su primera parte, y algo más en Expediente Warren, los fantasmas de Insidous, además de un aspecto aterrador, se presentan de una forma bastante física, capaces de liarse a pescozones con cualquier protagonista, pero conservando una actitud bastante irreal a base de gestos, expresiones mudas y formas de moverse extrañas.



La mejora a la hora de cerrar el guión es uno de los aspectos más positivos: de haber un Insidious Capítulo III saben que no podrán recurrir a los protagonistas actuales, por lo que optan por concluir su trama de una forma bastante satisfactoria. Pero esto no quiere decir que no haya hueco a nuevas secuelas, porque durante toda la película aprovechan para presentar un poco más a dos nuevos personajes: los investigadores paranormales que en la primera parte se limitaban a hacer mediciones y encender máquinas. Aquí, sin su jefe, tienen un papel mucho más importante, y eso también sirve para explotar un poco más sus rarezas un poco geeks, incluir contrapuntos cómicos (que en una ocasión funcionan pero en otras sobran bastantante), y sobre todo, dar paso a situaciones que, gracias a su trabajo como investigadores, podrían servir para un nuevo guión sobre fantasmas. Los tipos tienen su punto interesante y, si consiguen hacer una película igual de divertida que las dos anteriores, no estaría mal. Aunque también ayudaría que redujeran un poco sus puntos cómicos.

lunes, 28 de octubre de 2013

Trick´r Treat (2009). Reinventando las películas por episodios



Hasta hace pocos años, las películas de relatos breves era algo que había quedado olvidado a principios de los noventa. Creepshow es probablemente la más conocida, por su homenaje a los comics de la EC, pero durante los ochenta la Amicus produjo unas cuantas, e incluso El club de los monstruos va en la misma línea, con números musicales incluidos. Seguramente era un formato popular por cuestiones de presupuesto y el poder adaptar guiones más cortos, pero algo más tarde este cayó en el olvido hasta que volvió a aprovecharse en estrenos como las dos mareantes entregas de VHS o The ABCs of Death. Aunque estas también aprovechaban nuevas formas de narración, seguían manteniendo el formato original: historias independientes entre sí y presentadas por un hilo conductor, que tampoco tiene mucho que ver, pero que sí tendrá su propio desenlace final. Trick ´r Treat sería una de estas nuevas variaciones, con una diferencia importante: todas las historias presentadas en el guión están relacionadas de una u otra manera, siendo por encuentros entre los personajes o por la aparición de estos en más de una historia.



El hilo conductor sería la noche del 31 de octubre, donde aprovechan para salir tanto la chavalada que pide caramelos como la gente joven con ganas de divertirse. Los protagonistas son muy dispares, siendo desde un grupo de escolares que decide asustar a una niña con una historia y unos disfraces, un tipo gruñón dispuesto a echar de malos modos a cualquiera que se acerque por su casa y, como no podía faltar, un grupo de chicas con los disfraces más subidos de tono posibles y con ganas de encontrar una fiesta y ligues. Pero en una noche así es muy probable que fantasmas, hombres lobo y asesinos enmascarados sean algo más que gente disfrazada.



Aunque forma de enlazar cada historia mediante personajes y objetos puede no ser novedoso en el cine o en la televisión, en un género tan trillado funciona perfectamente, y la aparición, o varias apariciones de los protagonistas se presentan de una forma muy dinámica que da la sensación de velocidad y desorden que corresponde a una noche de fiestas. Otro de los elementos más aprovechados son los giros típicos de las historias cortas: durante toda la película no hay una sola secuencia en la que no aparezca algo que quiera ser sorprendente o que remate el guión de forma inesperada. En otro tipo de guión esto podría resultar cansino o una forma bastante cutre de intentar sorprender al público, pero en este caso, este está pensado para no tomarse en serio a sí mismo y para desconcertarlo a cada momento.


Otro fotograma que nos hemos hartado de ver en los creepypastas

Los personajes no tienden a caer ni simpáticos ni especialmente odiosos, exceptuando alguno que aparece por ahí, sino que toman unos cuantos estereotipos para presentarlos en una situación que solo pretende bromear un poco con todos los tópicos del género y de lo relacionado con la noche de Halloween. De hecho, lo que no podía faltar son los monstruos típicos, que aquí hay a patadas y tratados de todas las formas posibles: desde el relato más inquietante o con tintes de moraleja, hasta el puro humor negro que solo pretende divertir. Practicamente aparecen todos los típicos del género: fantasmas vengativos, hombres lobo, algún vampiro y asesinos en serie. Y aunque estos últimos sean los que menos me gustan (no trago ni con el Halloween de John Carpenter), quizá por lo quemado son los que resultan más divertidos, poniéndolos en unas situaciones bastante inesperadas y optando por alejarse de los clichés de víctimas atontadas.


Anna Paquin, tomándose sus últimos papeles a broma

Trick ´r Treat no engaña: es una película pensada para la noche de Halloween, que explota todos los elementos del género. Pero esto, contando con una gran creatividad y sentido del humor, con ganas de reírse y modernizar, sin tomarse en serio, muchos tópicos. Vamos, que coincide que esté escribiendo sobre ella esta semana, pero como película, es igual de buena en cualquier época del año.

jueves, 24 de octubre de 2013

Prisioneros (2013). Secuestros, sospechas y una caravana



Como dijo Roy Batty, he visto cosas que vosotros no creeríais. Y lo de las naves más allá de Orión es una minucia comparado con poder volver al cine por menos de 500 pesetas. O 2.90 €, que es como ha quedado el precio de las entradas hasta este miércoles, con una promoción que intenta mantener un mínimo de gente en las salas. La cosa algo de truco tiene, coincide justo cuando no se estrena nada que pudiera interesarme: Insidious 2 va el viernes, Thor, la semana que viene, y como Hewl es un soso, tampoco podía ir a hacer el cafre en Las brujas de Zugarramundi. En realidad en cartelera ya había un par de películas de las que irán a los Oscars y alguna otra con buenas críticas, pero parece que el cine de calidad y yo no vamos en la misma dirección.



La cosa quedaba en dos opciones: Una cuestión de tiempo, la comedia romántica con viajes temporales, y Prisioneros, un thriller policiaco. De la primera no me gusta el género, y tuve suficiente con La mujer del viajero en el tiempo para comprobar que la ciencia ficción y las historias de amor no funcionan bien juntas (a menos que te llames Stefe Moffat y trabajes de guionista en Doctor Who). De la segunda, tampoco es que haya visto muchas de investigación pero, con el truco de la entrada reducida, es imposible no acordarse de una época en la que se podía ir al cine como alternativa para pasar la tarde.



La trama de prisioneros es bastante adecuada para inquietar a los padres que se encontraran en la sala: dos matrimonios celebran acción de Gracias junto a sus hijos, cuando en un corto paseo de las dos niñas pequeñas, desaparecen. El único sospechoso es el dueño de una caravana, un chico retrasado del que la policía retira pronto los cargos. Uno de los padres, carpintero de profesión y aficionado al supervivencialismo, tiene motivos para creer que este miente y decide encontrar a su hija por su cuenta. Tras secuestrarlo, intenta por todos los medios y torturas posibles obtener una confesión, mientras el policía encargado del caso encuentra una serie de pistas indicando que este, y otros secuestros en décadas anteriores, están relacionados entre sí.

 


El argumento, a grandes rasgos, podría pasar por un guión de telefilme de los del domingo por la tarde. La diferencia con estos es cómo se desarrollan los elementos principales, desde su ambientación, trasfondo y caracterización de los personajes, que sin duda es lo más interesante. Lo más notable es la interpretación de Hugh Jackman como protagonista, con las referencias a la cultura supervivencialista, un poco suavizada, su obsesión con proteger a su familia y cómo esto hace que sea capaz de saltarse unos cuantos principios éticos. El policía a cargo de Jake Gyllenhaal tiene su parte mediante detalles acerca de su vida y personalidad que se van filtrando a través de los diálogos y su caracterización: la referencia a su infancia en un orfanato, su pinta de exmacarra y su carrera profesional en casos de niños desaparecidos, hacen pensar un poco si este personaje no daría para una serie de dos o tres thrillers. Y Paul Dano, el sospechoso y dueño de la caravana, interpretó el año pasado al protagonista de Ruby Sparks, aunque desde entonces ha debido comer bastante bien porque me ha costado bastante reconocerlo.

Una de las partes más disfrutables es la ambientación, en un pueblo de Pennsylvania bastante desierto. O más bien, desvencijado: las casas se caen a pedazos e incluso los personajes tienen bastante pinta de estarlo pasando mal con la crisis económica. Además, la investigación del agente lo lleva a recorrer las casas de unos cuantos pederastas que aporta un miedo bastante real a la película. Parte de la trama principal es el elemento religioso, que forma parte de varios personajes, bien como forma de no perder la esperanza, o retorciéndola de forma que se vuelva algo amenazador (de hecho uno de los pederastas a los que interroga el policía es un sacerdote).


Aunque el drama correspondiente al protagonista y su interrogatorio mantenga el interés durante todo el metraje, la parte policiaca acaba perdiendo fuelle una vez que se terminan de atar los cabos. Podría haber tenido una resolución algo más concreta, pero optan por alargarla incluyendo las correspondientes secuencias de tensión con la policía a punto de no llegar que solo sirve para que empiecen a sobrar minutos. Y aunque la escenografía tuviera su interés, en cierto punto este se pierde por abusar demasiado: a la cuarta o quinta casa estaba bastante perdida y con la sensación de estar viendo un capítulo de Tu casa a juicio o Reformas a lo bestia.

Aún con el final que se alarga demasiado, Prisioneros consigue mantener bastante interés y sobre todo, alejarse del punto de vista telefilmero que me temía en un principio. Además, se trata de una película que probablemente no hubiera visto si no fuera por las circunstancias y el descuento en el cine.

lunes, 21 de octubre de 2013

This is The End (2013). El fin del mundo según Seth Rogen



En los últimos años no han faltado películas de temática apocalíptica, seguramente por ir de la mano al estado de ánimo de todo el mundo. Pero tampoco han faltado las que optan directamente por tomarse el tema del fin del mundo a broma o al menos, sacarle la parte más divertida al final de la civilización. Dos de ellas no solo se estrenaron en fechas muy cercanas, sino que sus nombres también eran parecidos. Y si hace un par de semanas Edgar Wright cerraba la trilogía del Cornetto con The World´s End, ahora Seth Rogen y sus amigotes hacen el cafre en This is the End. Aunque en su momento avisé que me quedaba de lejos con Simon Pegg y sus amigos.



This is the end es una comedia atípica, en la que el punto de partida no es especialmente importante y los actores no interpretan a personajes ante el fin del mundo, sino que se interpretan a sí mismos ante el fin del mundo según la Biblia. Y con lo de “interpretarse a uno mismo”, es más bien una parodia de todos los excesos de las celebridades. En ella, Seth Rogen recoge a Jay, su amigo de toda la vida, con intención de pasar el fin de semana jugando a la consola y poniéndose hasta arriba de marihuana. Pero Rogen está bastante integrado en la vida de Los Ángeles y acudir a una fiesta en casa de James Franco le parece más interesante. Pero esta termina en un Apocalipsis, literalmente: los justos son ascendidos a los Cielos, llueve azufre, los suelos se abren tragándose a unos cuantos famosos (Rihanna entre ellos) y los únicos supervivientes parecen ser James Franco, Jay Baruchel, Jonah Hill, el propio Seth Rogen y Danny McBride, a quien nadie ha invitado por ser el más insoportable de todos. Con unos cuantos demonios comiéndose a los pocos supervivientes en el exterior, no les queda otra que intentar sobrevivir con la poca comida que quedaba en casa y todos los estupefacientes que no podrían faltar en una fiesta de famosos. Aunque en algún momento, tienen que pensarse lo de salir a buscar provisiones y agua.



Con el mismo director de Superbad o Pinneaple Express, se intuye que la comedia va a ser bastante bestia. En este caso, han optado por la autoparodia y presentar el Apocalipsis no desde el punto de vista de un cualquiera, sino desde un grupo de actores, interpretados de la forma más excesiva posible: no se cortan un pelo a la hora de presentar envidias, inquina y mal rollo, todo desarrollado de forma que tiene que llevar a una situación cómica. Los diálogos están pensados de una forma parecida, retorcidos hasta el absurdo para que una conversación empiece con un sentido y acabe convirtiéndose en algo completamente fuera de lugar, metiendo a los protagonistas en más de un apuro. Y por supuesto, no podían faltar todos los gags posibles relacionados con el consumo de drogas. De hecho, este llega a tener una secuencia para él solo cuando los protagonistas, viendo la situación, deciden ponerse hasta las cejas de cocaína y ponerse a filmar una película.



La parte fantástica del guión es la menos importante en este caso: básicamente es una excusa para desarrollar una comedia que los protagonistas acaben encerrados en una casa y hagan todo tipo de barrabasadas, desde asustar a Emma Watson a echar de la casa a Danny Mcbride por insufrible. Al menos, hasta la mitad de la película, que es cuando empiezan a aprovechar elementos de varios géneros para unas cuantas secuencias: posesiones, exorcismos, bandas de caníbales disfrazados de personajes de Mad Max y hasta una escena en el Cielo con concierto de los Backstreet Boys incluida. En realidad, sino fuera por encadenar de forma atropellada todo esto, el guión casi podría haber sido cualquier otra situación que implicara un grupo de personajes encerrados.



Los justos, ascendiendo a los cielos y huyendo de cinco o seis personajes insoportables

Aunque se trate de una película que cuente con buen ritmo y no se haga pesada, que es lo que hace falta en una comedia, en mi caso no funciona como comedia ni como género fantástico: los chistes de porreros nunca me han hecho la más mínima gracia. Ni en Bored To Death (aunque los intelectualillos que salían tampoco ayudaban) ni con los personajes de Jay y Bob, por lo que una comedia que se basa principalmente en chistes de estupefacientes varios y actores empeñados en hacerse desagradables no tiene posibilidades de gustarme. Entre esto, y todas las referencias a trabajos de los actores y a sus anteriores películas, que tampoco he visto, This is the End se queda como otras de esas películas de las que me pregunto por qué se me ocurrió verla.

jueves, 17 de octubre de 2013

Pacific Rim (2013). Los robots gigantes se ponen serios



Un gato encima de una mesa es algo parecido a un kaiju moviéndose por una ciudad

Todavía echo de menos la versión de En las montañas de la locura que Guillermo del Toro había prometido. Primero que si hay que adaptar el guión a los nuevos tiempos, después que si Prometeus cuenta algo parecido (mentira) y ahora, el que quiera monstruos de las profundidades le toca ir a ver Pacific Rim, aunque esto de Lovecraft no tiene nada, sino que es su propia versión del kaiju y el Super Robot genre. O lo que es lo mismo: de Godzilla y de Mazinger Z, pero filmado en condiciones e intentando reducir el absurdo de este género al mínimo.

 


Pacific Rim empieza como podría ser cualquier otro guión de este tema: un enorme monstruo aparece y comienza a sembrar el caos en varias ciudades. Pero después de este, otros empiezan a salir como setas, y una amenaza así exige una solución igual de lógica: construir una serie de robots gigantes llamados Jaegers, con pilotos humanos que se encargan de dirigir sus movimientos. Pero los monstruos, a los que llaman kaijus, no son tontos, y a la tercera o cuarta paliza empiezan a cogerle las mañas a sus enemigos y a controlar sus puntos débiles. Bueno, y a hacerse más grandes, que también ayuda. Un antiguo piloto es llamado de nuevo a lo que puede ser el último enfrentamiento con los kaijus. Mientras los Jaegers siguen peleándose con unos kaijus cada vez más creciditos, dos científicos intentan encontrar una forma de acabar definitivamente con ellos y de cerrarles el paso a la tierra.




Como director y guionista, no tengo ninguna queja de Guillermo del Toro. Todas las películas en las que ha desempeñado ese puesto me han gustado en el mejor de los casos, y me han entretenido, en el peor. Es un tipo con una imaginación desbordante, que no esconde sus influencias y que lo mismo es capaz de hacer una versión de Blade, que sacar un cuento de hadas macabro, referencias a H. P. Lovecraft, y ahora, hacer una película de kaijus que resulte mínimamente seria y coherente. Al menos, todo lo coherente que podría ser un género así, porque ha sido lo suficientemente cuidadoso como para detallar un poco el mundo de Pacific Rim, y mostrar cómo este se adapta a la aparición de unas monstruosidades de doscientos metros: los refugios antikaijus, los fans de los monstruos e incluso un mercado negro de restos de monstruo bastante floreciente. Estas cosas aparecen como trasfondo, pero lo suficientemente detalladas como para hacer una película más sólida y no una sucesión de combates de gigantes.

 


En todo momento es posible encontrarle algo de interés al metraje, desde los escenarios hasta los detalles más pequeños, y con el ritmo de la historia, es bastante difícil aburrirse. Pero con todo, no pasa de quedarse en algo entretenido, al menos para mí. Y digo específicamente “para mí”, porque el género de los kaijus y los robots es algo que nunca me ha interesado mucho. En el mejor de los casos, es algo cutre y entrañable, como las peleas de Godzilla contra los Monstruos, y en el peor, algo pedante y sobrevalorado, como Neon Genesis Evangelion (me estoy arriesgando a ser apedreada por esto último). Nunca conseguí suspender la credibilidad lo suficiente como para que una pelea de monstruos gigantes contra un robot me pareciera lo suficientemente posible, aún dentro del universo de la película. Y tiene su gracia viniendo de alguien que ha debido tragar bastantes de zombies y de cosas todavía más absurdas. No debo ser la única porque esto también se tuvo en cuenta en el guión, y aún con lo que implica trabajar con un argumento de superrobots, se hace todo lo posible porque el funcionamiento de estos, los laboratorios e incluso la actitud de sus pilotos, resulte posible y lógica.

 
Al menos no van vestidos con lycra roja...

Aún sin haber conseguido meterme dentro de la película, no tengo ninguna queja de Pacific Rim: buen guión, buen ritmo y mucho esfuerzo a la hora de coordinarlo todo. Ahora solo falta que consiga tomarme en serio a unos robots que matan monstruos gigantes a espadazos.

 Y de contrapunto casero, el motivo por el que me tomo todo esto a chufla: Les Inconnus hacen su propia versión de Bioman (para los más jóvenes: era como los Power Rangers, pero sin estar adaptado con actores occidentales)

 

lunes, 14 de octubre de 2013

Lecturas de la semana. Empezando octubre


 


Como suele pasar cada vez que tardo un poco en escribir sobre libros, cada uno vienen de su padre y de su madre. O, en este caso, de la biblioteca y de mi propio estante, que todavía tengo alguno en la Pila que había pasado por alto.

 


Andrés Martinez de León. Oselito en Rusia. Aún sin saber nada de los personajes de ficción de los años treinta en España, era imposible no fijarse en esa portada con un andaluz de pajarita subido encima de un oso. Y es que el tal Oselito era un personaje andaluz de pura cepa, aficionado al Betis, los toros y a escapar del trabajo. Sus historietas eran muy populares, y que gracias a las ideas políticas de su autor, este formó parte de un viaje a la Unión Soviética que narraría después en un libro. O más bien, que Oselito contaría desde su punto de vista: con acento andaluz transcrito fonéticamente, y fijándose en todas las diferencias que encontraba a lo largo de Europa…desde París hasta el Berlín nacionalsocialista y finalmente  a la celebración del XVIII Aniversario de la Unión Soviética.

 

El estilo humorístico, exceptuando un par de detalles que sí conservan su gracia por lo absurdo, ha envejecido bastante mal: lo de transcribir el acento andaluz a un libro hace su lectura muy cansada y a veces, difícil de seguir en algunas frases. Y la comicidad se queda un poco anacrónica con todos los chascarrillos sobre el frío que hace en Rusia, una conversación bastante absurda con Stalin sobre la necesidad de importar las corridas de toros  y el protagonista echándole piropos a las mozas a lo largo de Europa. En cambio, es bastante curioso leer un texto en el que transcribe un acento mezclándolo con un vocabulario bastante elegante, y sobre todo, el encontrarse con detalles que vistos setenta y pico años más tarde se ven de una forma muy distinta: el partido nazi en Alemania, del que Oselito ve un desfile y hasta se marca un chiste de judíos y campos de concentración, y sobre todo, la visita guiada por la Unión Soviética que proporcionan a la comitiva española, que hoy se ve claramente como un gran montaje propagandístico. El libro se cierra con una serie de viñetas de Oselito extranjero en su tierra, ya de lleno en la guerra civil, mucho más politizado y haciendo mofa de todo el bando fascista en el que aparecen tanto curas como alemanes o italianos (los portugueses, por cierto, se llevan la peor parte dedicándose a barrer y limpiar). En conjunto, hoy no es tanto una obra humorística sino una forma de conocer la forma de pensar de entonces, aunque es precisamente esto lo que le aporta más interés.

 


Ramsey Campbell. Los sin nombre. A Ramsey Campbell le voy dando oportunidades de cuando en cuando, y aunque lo que llevo leído tampoco me parezca para echar cohetes, me sigue interesando por tener bastante talento a la hora de describir ambientes. Especialmente, si estos implican unas ciudades realmente cochambrosas, edificios en vías de derribo y algún que otro miedo infantil.

La historia la conocí principalmente por la película de Jaume Balagueró, donde adaptaba a grandes rasgos, cómo una madre recibe una llamada de quien asegura ser su hija, asesinada hace nueve años. Con su secuestro parece estar relacionada una secta, pero esta resulta mucho más peligrosa que cualquier otro culto: sus miembros renuncian a sus nombres y consideran los actos de tortura y asesinato como un medio para alcanzar algo más grande.

En realidad la película se queda con esta trama a grandes rasgos, porque el resto es una versión bastante libre y que además de tener una ambientación muy sórdida y macabra, me ha gustado más que la novela. Esta tiene sus momentos, sobre todo en lo que le corresponde a descripciones, y el prólogo, muy breve, es practicamente lo mejor de todo el texto. Pero, igual que El parásito, cuenta con detalles hoy un poco pasados, como el incluir algunas teorías parapsicológicas que parecen estar ahí por ser lo que se llevaba en la época. Y sobre todo, por incluir un final bastante de telefilme que resulta decepcionante, y hace que su versión en cine, por desoladora que fuera, acabe ganando en la comparación.

 


 

Astrid Lindgren. Pippi se embarca ¿Por qué, a estas alturas de la película, me pongo a leer un clásico destinado al público infantil? Por tres motivos: porque si lo encuentro en formato digital, es una tontería, no guardarlo. Porque no se tarda nada en terminarlo. Y porque muy de vez en cuando, no viene mal releer algo que me gustó hace muchos años, aunque solo sea por nostalgia: si entonces me hizo feliz, ahora tampoco tiene por qué venir mal.

En todos estos años no me había acordado mucho del personaje, al que había conocido por la serie y después, por los libros de la biblioteca. Lo más desconcertante a día de hoy es que estos se queden en tres volúmenes, que son mucho más breves que su versión para la tele. Este sería el penúltimo, en el que la protagonista tiene unas aventuras bastante cotidianas: va de compras, a la feria e incluso un día al colegio. Más o menos, como todo lo que recordamos de la serie, pero con lo que caracteriza a la protagonista: su forma de ser asilvestrada, su fuerza imposible y el ser un poco la fantasía de todo niño, viviendo por su cuenta en una casa llena de trastos y tesoros. Aún a día de hoy sigue siendo entrañable, y su forma de narrar, muy sencilla y directa, hay que tenerla en cuenta como un texto destinado a lectores muy jóvenes.

No sé si hoy todavía será una lectura habitual entre los niños, que tienen más material donde escoger del que  nunca vimos los de mi generación, pero muchos autores todavía la tienen en cuenta. Sin ir más lejos, Stieg Larsson hace un par de referencias a Astrid Lindgren, tanto en el apodo con el que Mikael “Kalle” Blomkvist tiene que convivir como el que reconozca que Lisbeth Salander sería una versión adulta y más bruta de Pippi Calzaslargas...Pensándolo bien, creo que me quedo con la original. El mundo del señor Larsson es demasiado sórdido.

jueves, 10 de octubre de 2013

The World´s End (2013). Crisis de madurez, cervezas y ¡aliens!



El cine cuenta con grandes trilogías: El Padrino, La guerra de las galaxias, El Hombre sin Nombre de Sergio Leone, y ahora que se ha terminado, la Trilogía del Cornetto. En ellas Edward Wright, que ya iba apuntando maneras a partir de Spaced, hace una versión de un género cinematográfico correspondiente a un sabor de helado: Shaun of the Dead es el de fresa, Hot Fuzz el azul y The World´s end el de menta y chocolate ¿Qué es una chorrada? Kieslowski le puso a la suya “tres colores” y hoy es cine del bueno…aunque Wright reconoce que el nombre la eligió como referencia a esta última (la diferencia es que a este último no lo ponen en los cineclubs).



The World´s End es el último pub en la calle de una ciudad inglesa, al que Gary King y sus amigos no consiguieron llegar, cuando al terminar el instituto se propusieron tomarse una pinta en los doce locales de la zona. Este, decidido a terminar la ronda, reune a sus amigos con intención de llegar a las doce pintas que no consiguieron en los noventa. Aunque Gary es de esas personas que se quedaron estancadas en su adolescencia, las cosas cambias, y los bares de la zona se han ido convirtiendo en locales de aspecto genérico donde el personal no recuerda a quien se pensaba el rey del barrio. La ruta se interrumpe, en un principio por el abandono de quienes le recomiendan que madure, y después por una pelea con quienes resultan ser androides. Con la claridad que proporciona la borrachera, estos deciden que los habitantes de la ciudad han sido sustituídos por robots y que lo más sensato es continuar yendo de pub en pub para no levantar sospechas.



Si la coletilla de Shaun of the Dead era “una comedia romántica. Con zombies”, de esta podría decirse que es un drama generacional. Con invasiones alienígenas. Porque el planteamiento en un principio responde a este tipo de situaciones: los protagonistas pierden el contacto a lo largo de los años hasta que el más tirado o perdedor de todos los reúne y todos se replantean sus vidas. El personaje de Simon Pegg, con el mismo abrigo que gastaba a los 17, sus voceríos y su intención de hacerse notar, es todo un arquetipo de este género, y como era de esperar, el motivo de su actitud se desvela más tarde. Igual el resto parecen un poco más genéricos como profesionales medios con trabajos estables y algún que otro divorcio, pero lo bueno de Wright es su capacidad de tomar un personaje aparentemente simple y caracterizarlo bien, o al menos, proporcionarle unos cuantos detalles y unas buenas líneas de diálogo. E, igual que en Shaun of the Dead, cambia con completa facilidad de un género a otro, al menos, en la mayor parte de la película: quizá en la primera parte el corte es el más notable, porque aunque el público lo esperaba la forma de incluir toda la explicación a los alienígenas es un tanto atropellada en comparación al resto del metraje. De todas formas, me quedo con la explicación que seguramente Wright defienda: los personajes van tan pedo que hasta la conclusión más absurda toma sentido rápidamente.



En la trama de ciencia ficción se reconocen un montón de referencias a películas y estereotipos: la invasión de los ultracuerpos, el pueblo de los malditos, la Cosa y hasta el cine postapocalíptico se van sucediendo desde que aparece el primer robot, nombre que deshechan en un principio por hacer mención al significado inicial de la novela de Karel Kapec. Pero en ningún momento da la impresión de ser una copia o una presentación desganada de cosas que el espectador conoce, porque están lo suficientemente procesadas por la forma de filmar de Wright como para que formen parte de la cultura pop de este y del espectador. Y el humor también ayuda, porque aún con su punto de drama, especialmente en lo que concierne a la reunión de los protagonistas y en el tramo final, se mantiene el mismo sentido del humor un poco marciano que tuvieron Hot Fuzz y Shaun of the Dead.



En el cine británico no es raro empezar a reconocer caras que se han visto en otras películas o en series. Pero con la pandilla de Simon Pegg esto va elevado al cubo, y además del dúo Nick Frost y Simon Pegg salen, aún en papeles pequeños, la mitad del reparto de Spaced e incluso Reece Shearsmith, de The league of gentlemen. Y si encontrarse a Martin Freeman no parece hoy muy raro, ver a los actores que se encargaron de dar vida a Tyres o a Marsha es mucho más divertido (además, han envejecido bastante bien).

Aunque se haya estrenado muy cerca de This is the end, la comedia de Seth Rogen, y habiendo visto las dos, me quedo con The World´s End, que no me ha decepcionado con su humor marciano y su vuelta de tuerca a un montón de clichés en la ciencia ficción. Bueno, por eso y porque los chistes de farloperos del señor Rogen y sus amigos no terminaron de convencerme.

lunes, 7 de octubre de 2013

Jonah Hex (2010). El oeste más absurdo y desganado de toda la década


Todo mejora con gaticos y esta no es una excepción

Al igual que muchas películas que he visto, el cómic en que se basa solo lo conocía de oídas. Y más en este caso, cuando me enteré de su existencia al mismo tiempo en el que estrenaban la película. Por suerte la mayoría están filmadas pensando en familiarizar a los no lectores con la historia en cuestión (y en vender entradas, que para eso se estrenan), por lo que es perfectamente posible escribir sobre su versión al cine sin tener como referencia el material que la inspira. Que, visto cómo les ha salido esta, espero que el comic sea bastante mejor que su adapción oficial.



Jonah Hex es un antiguo soldado con un pasado oscuro que se gana la vida como cazarrecompensas. Este pasado, además de haberle supuesto perder a su familia, implica también una experiencia cercana a la muerte que le ha dado un don muy particular: traer a los muertos a la vida durante un breve período de tiempo, lo que facilita bastante los interrogatorios y seguir la pista a los fugitivos. Ahora el gobierno lo busca con intención de detener a un antiguo general confederado que planea un ataque terrorista en el centenario de la nación. Hex no estaría muy interesado en el trabajo, sino fuera porque este terrorista es nada menos que quien mató a su familia y a quien él había dado por muerto hacía algunos años.

Esta ha sido una de esas películas que podían ofrecer mucho, pero que se quedan en algo fallido por un guión mal llevado y unas interpretaciones desganadas. La historia del personaje se resuelve en una introducción mediante viñetas y animaciones, recurso que me gusta mucho pero que empieza a avisar de los trucos cutres que utilizará la historia: la trama de venganza intenta enmascararse con una solución pobrísima, que es hacer creer al protagonista que su archienemigo se ha muerto. Una cosa es utilizar una elipsis para no extenderse mucho en los orígenes de un personaje, y otra es pasar de puntillas por lo que sea lo más importante de la trama. Esta tampoco es que esté muy bien construída, porque pese a ser un western sobrenatural, podría contarse perfectamente como una historia realista sobre venganza y con unos pocos toques de tecnología cienciaficcionera: el tema de los muertos y las visiones del más allá, algo que parecía ser importante, se queda como la particularidad de un personaje que ni se potencia, ni se desarrolla. Bueno, y la verdad es que toda la trama del arma también la había podido pulir un poco más. Como el resto del guión.



Y este no es que se luzca mucho precisamente. Intentos de sintetizar partes que serían importantes, exceso de diálogos, bastante flojos ellos para explicar lo que pasa o el trasfondo de los protagonistas, y una historieta bastante simple que en otras circunstancias daría para una serie B divertida, pero que aquí se queda en un montaje bastante confuso en el que se alternan unas cuantas explosiones y un par de secuencias relacionadas con lo sobrenatural bastante confusas. Por no decir del deus ex machina que emplean para resucitar al protagonista, en una secuencia bastante incoherente a mitad de la película en la que queda claro lo poco que se han esforzado a la hora de hacer una historia congruente. Los actores van parejos a esta situación: hay nombres conocidos (algunos más merecidos que otros), pero muchos figurantes están sobreactuados hasta parecer sacados de una serie Z, cosa bastante grave porque no suelo fijarme en esto. Y en la mayoría de los casos, los protagonistas parecen un poco perdidos con el papel que les han dado. Josh Brolin es correcto, John Malkovich parece salir por ahí para pagarse las facturas, como le pasa en la mayoría de películas de este estilo. Y lo de Megan Fox es tan de juzgado de guardia como puede esperarse de esta mujer: sale muy mona con el corpiño, pero es un personaje que podrían haberse ahorrado completamente. Por dios, que alguien la eche a ella y a Kristen Stewart al fondo de un pozo y lo tapien con cemento…



Con todo esto, hay que reconocer que la película no tiene por donde salvarse, pero más que mala, da la impresión general de tener un potencial, sobre todo a nivel visual si no hubieran sido tan ambiciosos. Hay un par de secuencias que brillan entre tanto desastre, en las que sí aprovechan la estética feísta y siniestra que intentaron desarrollar. Pero sobre todo, el personaje de Michael Fassbender es el que más llama la atención. Su interpretación es de lejos la mejor, aunque sea muy breve, y demuestra cómo con unos pocos detalles de caracterización y un poco de esfuerzo por parte del actor es posible crear un secundario interesante. Malkovich será un primera clase cuando está de buenas, pero este tipo se come la pantalla las dos o tres veces que tiene una secuencia.



Esta debe ser una de las películas más flojas que he visto en lo que va de año, hasta el punto en que su brevedad ayuda a hacerla un pasarratos y no un plomo. También es cierto que me había pillado en un día igualmente flojo y sin ganas de complicarme con lo que veía en la pantalla, que si no, no sería tan generosa con ella.

jueves, 3 de octubre de 2013

Kick Ass 2 (2013). El superhéroe que recibía palos


El gatico con una bolsa sigue siendo más digno que muchos de los personajes de Kick Ass

El tema de los superhéroes siempre lo veo de una forma muy particular: no le pido ni la menor carga dramática. Será que prefiero la parte divertida de unos tipos con traje raro que van por ahí volando o haciendo heroicidades, y antes me quedo con las versiones que se han hecho de Thor o Los Vengadores que con X Men (menos las de Batman. A Batman le aguanto el tono serio). En cambio, Kick Ass, basada también en un comic de Mark Millar en este caso, los superhéroes eran enfocados de una forma mucho más cruda y cercana al concepto de “vigilante”, y sobre todo, con bastante humor negro. Esta presentaba a Dave, un chaval un tanto pringado que no se decide entre ser un superhéroe como el de los comics o ligar con la chica que le gusta. Pero lo de ser un héroe no consiste solo en ir por ahí con un traje de neopreno intentando que los delincuentes no se partan de risa (o su espinazo), porque un expolicía también se ha tomado en serio lo de ser un héroe y junto a su hija pequeña, combaten el crimen a su manera. Una manera que, aunque efectiva, sigue resultando absurda, ilegal y más propia de acabar convirtiéndose en un vídeo viral de youtube.



En Kick Ass 2 han pasado unos años desde que este equipo acabara con el jefe de la mafia de la ciudad, aún a costa de perder a Big Daddy, el padre de Hit Girl. Esta ha empezado en el instituto, aunque empieza a dividirse entre ser una chica normal o seguir con su doble identidad. David quiere volver a enfundarse el traje de Kick Ass, y aún sin Hit Girl, encuentra a un grupo de vigilantes que se hacen llamar Justice Forever y lo mismo hacen trabajos comunitarios que detienen a criminales de tres al cuarto. Todo superhéroe necesita un supervillano, y Chris D´Amico, tras la muerte de su padre, decide convertirse en uno, con el poco elegante nombre de The Motherfucker. Este es tan patoso como Kick Ass y los miembros de Justice Forever, pero cuenta con todo el dinero necesario como para contratar a los peores sicarios posibles, disfrazarlos, y tener su propia banda de supervillanos. A ellos se la trae al fresco, que la pela es la pela…


Si Kick Ass equivalía al origen de un superhéroe, por cutre y patético que este fuera, la segunda parte incluye los otros temas típicos: la aparición y desarrollo del villano, la pérdida de los seres queridos o las dudas sobre la condición de héroe. Estas, al menos, en el caso de Hit Girl, un personaje que ha sido entrenado toda su vida para actuar como tal. Porque lo que es Kick Ass sigue siendo un personaje bastante abúlico y que no tiene muy claro lo que quiere: en menos de quince minutos su novia, por quien estuvo piando toda la primera película, lo despacha (¡vaya forma de sacar de la pantalla a Lindsey Fonseca!) y este se olvida del asunto por completo a favor del personaje de Night Bitch y el grupo de vigilantes. Esta vez el protagonista parece un poco más definido, pero es chocante cómo se deshacen por completo de una trama que en la primera parte fue bastante importante. En una historia de superhéroes tampoco faltan los problemas de instituto, y con el personaje de Hit Girl los enfocan de una forma que recuerda bastante a las típicas comedias de adolescentes y de animadoras zorripainas. Claro que el humor negro tampoco falta y la trama se cierra de una forma bastante drástica, que incluye entre otras cosas, un arma que provoca gastroenteritis agudas en pleno comedor del instituto.



Pero la intención del guión se nota con la aparición de los integrantes de Justice Forever, retratados de una forma a cada cual más patética: un matrimonio de mediana edad, una chica disfrazada e incluso un amigo de Kick Ass, liderados por un exdelincuente que se hace llamar Coronel Barras y Estrellas. A pesar de lo ridículo, también aparecen retratados con cierta simpatía, al contrario que los contratados por el supervillano, que pese a la idéntica ridiculez de sus apodos y trajes, son realmente peligrosos, tanto para los protagonistas como para la policía. El tema de la notoriedad era bastante importante en la primera parte, aunque en esta aparece algo menos y en muchos casos, tratada con intención más cómica, especialmente en el caso de los cabreos del villano por no haber atracado una licorería con videovigilancia ¿cómo va a hacerse famoso si nadie lo ve?


Vergüenza ajena: definición gráfica

Además este es uno de los personajes más divertidos. Si en Kick Ass aparecía más bien poco, y todavía como el superhéroe Red Mist, aquí aparece desatado: tanto su traje de sadomaso reconvertido a atuendo de supervillano, su falta de prejuicios a la hora de poner apodos políticamente incorrectos a sus sicarios, y sobre todo, el haber desarrollado al personaje como un niño malcriado y con demasiado dinero son lo más divertido de la película. Aunque el nivel del resto también está muy alto: si no fuera por él, Chloe Moretz y su Hit Girl serían el centro de atención, aunque Jim Carrey interpretando al coronel Barras y Estrellas también deja buen sabor de boca: fue un cómico bastante sobrevalorado en los noventa, pero cuando le da por parar con las muecas y los botes, da el pego a la hora de interpretar personajes extraños.
Con más humor negro que la anterior, y un tanto más violenta, Kick Ass 2 es una buena secuela, y con la que gracias a una escena al final de los créditos, también abre una puerta a una posible tercera parte…Solo espero que le den la misma oportunidad que a la primera. Eso sí, el malvado Tumor se parecía un montón a Cálico Electrónico...

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